Capítulo 59 - Cosas de hermanos [Parte 2]

13K 748 1.4K
                                    

Espero que tengáis helado a mano : )

59 | Cosas de hermanos [Parte 2]

Asher Bremen

Jueves, 19 de agosto

Olivia se olvidó uno de sus anillos en mi habitación.

Pensé que, de dejarse algo, sería esa pulsera floja cuyo cierre se suelta todo el tiempo. He perdido la cuenta de cuántas veces se la he atado y de cuántas otras ella la ha puesto en mi muñeca cada vez que se cedía.

Sin embargo, ha sido uno de sus anillos.

Apareció tirado bajo la mesilla de noche el día que iba a romper el billete de avión que mi madre mandó por correo a Nantes. Ella debía saber que yo tenía pocas posibilidades de comprarlo por mi cuenta y decidió que lo mejor era mandárselo a mi abuela. Al fin y al cabo, mi abuela siempre ha sido capaz de conseguir lo que quiere con esa actitud autoritaria. Ella me presionaría para volver, sobre todo al no conocer todo el contexto porque mi madre siempre ha llevado mal que mi abuela intentara "educarnos" a Jayden y a mí de niños.

Por eso me sorprendió un poco que le mandara el billete de avión a ella aunque, conociéndonos, era su mejor opción. Me pregunto si por eso exageró la rotura de cadera por teléfono. La tuvo, pero hace meses, y eso dudo que mi madre no lo supiera.

Excusas. Malditas excusas.

Empujo la maleta cerca de uno de los taxis frente al aeropuerto y golpeo suavemente la ventanilla. Dentro, el taxista levanta la mirada de su móvil, se toma unos segundos y luego sale del coche.

—¿A dónde? —pregunta.

—Al centro.

Arrastro la maleta hacia el maletero.Es curioso, cuando recogí mis cosas pensé que necesitaría mucho más que una maleta grande y una bolsa de deporte. Sabía que no había comprado adornos ni tonterías, pero esa habitación se sentía demasiado llena como para poder caber en un espacio tan pequeño.

Pero saqué todas mis cosas y no necesité más que lo que traje. Aun así no puedo evitar sentir que gran parte sigue allí, presionando las paredes de la habitación de ese piso compartido.

—¿Tienes la dirección exacta? —pregunta el taxista.

Tiro la bolsa de deporte dentro del maletero.

Oigo mi nombre. Lo he ignorado las primera veces, quizás porque dudo que se refieran a mí, o puede que porque una parte de mí está intentando escabullirse como siempre hago. Me repito que lo estoy imaginando, pero vuelve, tan reconocible que no me quedan dudas.

—Tienes que estar jodiéndome —murmuro entre dientes.

El taxista me devuelve una mirada que me hace darme cuenta de que ha entendido mis palabras como algo hacia él. Parece molesto y ofendido, con su rostro enrojecido en un notorio descontento. No tengo tiempo ni ganas de aclarar que no va para él, en su lugar mi mirada vaga por la salida del aeropuerto. Recorro el exterior y sigo hasta la calle para terminar sobre los coches. Entre personas con maletas, taxis y coches, hay un Prius blanco aparcado a poca distancia.

Reconocería ese coche en cualquier lugar.

El coche de mi hermano.

¿Cómo no pensé, ni por un momento, que él haría algo así? Me ha escrito hasta quedarse sin opciones, ha usado a mis amigos para llegar hasta mí, maldita sea, incluso se creó cuentas falsas en redes para intentar que leyera sus mensajes. Era de esperar que aparecería como lo ha hecho y, sin embargo, no paré a pensar en ello.

La promesa de AsherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora