Capítulo 10 - Asher Bremen

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Nota: Retiré el capítulo por edición. Esta es la nueva versión. Cambios menores en la primera mitad del capítulo. Cambios importantes a partir del "(...)"

10 | Asher Bremen

Lunes, 8 de junio

Asher Bremen

Voy a matar a Ansel.

Sigo con los ojos llorosos y no puedo dejar de estornudar. No sé cómo, pero el estúpido gato ha aparecido entre mis mantas cuando he despertado. Teniendo en cuenta mi alergia, eso ha sido como despertarme con una patada en los huevos.

Tony ha sido el primero en dar señales de vida después de eso, me ha encontrado sacando al gato de mi habitación envuelto en una manta porque dejarle fuera del piso era todo en lo que podía pensar. "Es cosa de Ansel, tiene que devolvérselo al vecino del primer piso", explicó.

Por mí el vecino del primero y Ansel pueden irse al infierno.

Como ese gato.

Mientras desayuno, no dejo de mirar al animal. Tiene su asqueroso culo sobre la encimera y se está limpiando con la lengua.

Tire-toi. [Lárgate] —murmuro.

Obviamente, el maldito gato no me hace caso alguno. Han pasado años y todavía no sé cómo es que a mi prima podían gustarle estos animales. Tiffany solía tirar de mi brazo cada vez que venía a casa para pedir que le acompañara al parque para perros porque los adoraba. Aunque más a los gatos. Los gatos le encantaban. A mí también me gustaron por un tiempo, supongo.

Como tantas otras cosas en mi vida, eso terminó.

Oigo la puerta del piso primero, luego llega la risa de Ansel. Aunque sé que está hablando por teléfono, limpio lo que queda de natillas de la cuchara y hablo.

Bon, Ansel, c'est quoi ce bordel? [Bien, Ansel, ¿qué diablos?]

—Pardon? —pregunta de vuelta.

Señalo la bola de pelo con la cuchara y Ansel cuelga rápidamente la llamada.

Neige! Je vous ai manqué? [Neige, ¿me has echado de menos?] —pregunta con una sonrisa. El estúpido gato maulla de vuelta y, cuando Ansel está al borde de alcanzarle, le da un zarpazo. Ansel maldice entre dientes—. Estúpido gato.

—Devuélvelo —advierto.

—Es una larga historia —intenta.

—Ese maldito gato ha aparecido en mi cama esta mañana. Devuélvelo antes de que lo lance por una ventana. —Antes de que responda, añado—: Date prisa, como se meta de nuevo en mi habitación, no habrá gato que devolver.

Quizás yo no sea capaz de lanzar un animal por una ventana, pero la idea de dejarlo abandonado en las escaleras me atrae demasiado. Solo tendría que meterlo entre las mantas de nuevo, esquivar sus afiladas uñas -que ya han dejado su marca en los brazos de Ansel-, abrir la puerta y lanzarlo ahí. Manta y todo. La idea es tentadora.

—Si lo toco va a sacarme un ojo —se queja Ansel e ignora al gato para servirse un vaso de agua—. Tony lo trajo el otro día, háblalo con él.

—Es gracioso, eso es lo mismo que me ha dicho él.

—Uh. Raro.

Ya, raro, claro.

Recojo, limpio la cuchara, y tengo cuidado de alejarme del gato cuando la bola blanca se balancea sobre la encimera en dirección al grifo que acabo de abrir. Muevo uno de los trapos hacia él para que se aleje. El gato se encorva, ofendido, y bufa con rabia hacia mí.

La promesa de AsherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora