Capítulo 57 - Las mentiras que contamos

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Hace mucho que no actualizaba así por sorpresa así que, ¡a disfrutar!

57 | Las mentiras que contamos

Olivia Audevard

Jueves, 5 de agosto

Hace diez años, me hicieron una pregunta.

Una pregunta simple que incluso una niña de siete años podía haber respondido con facilidad. Fueron palabras suaves mientras una chaqueta que nunca volví a ver envolvía el áspero vestido que había usado como pijama aquella noche.

"¿Qué es lo que recuerdas?"

Presioné la tela del vestido hasta que mis dedos dolieron y, entre desconocidos que estaban preparados para lidiar con niños en situaciones traumáticas, abrí la boca. Lo tuve ahí, sobre mis labios, y luego...

Cierro los ojos.

Aquel día vi algo más llamativo que la suciedad en mis pies descalzos.

Algo que me hizo levantar la cabeza y ahogarme en palabras sin pronunciar. Cerré la boca, y no dije nada. Lo guardé, tan profundo que ardía. Para guardar silencio sobre esa noche, también necesité guardar silencio sobre todo lo demás para que no saliera.

"Estás segura aquí —insistieron—, ¿puedes contarnos qué es lo que recuerdas?"

Nunca lo dije, ni siquiera con gestos o dibujos. Creyeron que era por el shock. Pintaron mi historia aquella noche para adaptarla a lo que sabían y recuerdo que tuve que pasar por el hospital para algunas pruebas antes de terminar en un motel durante un mes. "Te escondiste tan bien que ni siquiera yo podía encontrarte", sollozó mi madre más de una noche en aquel motel. Me abrazó para dormir, peinándome cada mañana y besando mi cabeza con alivio. "Temía tanto que tú también..."

Levanto la mirada al oír la puerta del conductor abrirse y veo la cazadora marrón ser lanzada hacia los asientos de atrás. Mis manos se cierran sobre mis pantalones como hice aquella noche con mi vestido y vuelve a mi cabeza ese detalle que me hizo callar.

Quizás, ahora, el recuerdo está escondido y difuminado, pero aquella noche les mentí.

Recordaba todo.

—¿La has llamado? —pregunto.

—No. —Ramírez estira una bolsa de papel con algunas magdalenas hacia mí—. Tu madre pondría el grito en el cielo, me haría llevarte a casa a rastras y no volvería a dejarte salir si se entera de que le has mentido así.

—Gracias.

—No lo he hecho por ti —interrumpe—. Todavía estoy cabreado contigo, Olivia. Estás actuando de forma irresponsable. Has olvidado todo lo que te enseñé y estás mintiendo a todo el mundo, incluso a mí.

—Desapareciste —le recuerdo.

—No, no lo hice.

—¿Entonces cómo le llamas a dejar de responderme?

—Si hubieras tenido un problema te hubiera respondido al momento, Olivia, así que no juegues esa carta conmigo que ya somos adultos. —Bebe del café que ha comprado para él antes de pedirme que lo sostenga—. Hay un hotel pequeño a media hora de aquí, pararemos allí y luego haremos el camino que queda. Solo estaremos una hora dentro. ¿Queda claro?

—¿No vas a llevarme de vuelta a casa?

—Eso es lo que estoy haciendo.

Arranca el coche y suspira al salir del aparcamiento de la gasolinera. Ha parado a repostar y a comprar algo en una cafetería cercana antes de seguir y, aunque he visto las señales, estaba segura de que la dirección era otra, no la del norte de Virginia.

La promesa de AsherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora