Capítulo 8

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Harry y Tom recorrieron los antiguos y laberínticos pasillos de Hogwarts. Caminaban en silencio, como extraños que no tenían nada que decirse, o como viejos amigos que se conocían tan bien que ya no necesitaban palabras; Harry no podía decidir cuál de las dos cosas. Miró a Tom mientras caminaban y se le cortó la respiración en el pecho. Soy tu horrocrux... Algo que no podía nombrar le desgarraba el corazón; se sentía como la maldición Cruciatus, pero infinitamente más dulce.

En el futuro que dejé atrás, éramos enemigos mortales, tú y yo. Hace dos días, cuando caminábamos por el páramo, éramos amigos y reíamos juntos. Pero hoy, en este repentino silencio que tiembla entre nosotros, por fin puedo sentirlo, hay algo entre nosotros que es más profundo que la enemistad y la amistad. Soy tu horrocrux. Llevo dentro de mí un fragmento de tu alma perdida. Somos uno, Lord Voldemort y el Niño que Vivió. Me pregunto si alguna vez dos personas estuvieron tan extrañamente unidas como nosotros. Nosotros dos, solos entre todos los mortales, compartimos un alma...

Nos conocimos tan brevemente en el futuro, mi Señor Oscuro. Nuestros encuentros fueron fragmentos de una pesadilla, llenos de terror y oscuridad. Pero incluso cuando no estabas allí, siempre estaba tu sombra, persistiendo en mis sueños. Siempre estabas en mis pensamientos, pero entonces no te conocía; no conocía la suave mirada que tenían tus ojos una vez; no conocía el sonido de tu risa. ¡Qué diferente eres ahora! Al mirarte ahora, el futuro parece alejarse, y siento que debes ser tú, Tom, el joven de los suaves rizos, y no ese mago oscuro del mañana. ¿Quizás Voldemort no es más que un sueño después de todo?.

¿Sabes lo que soy, Tom? Oh, ¿cómo puedes saberlo? No creo que lo sepas ni siquiera en el futuro. Temías la profecía sobre nosotros dos, y me querías muerto. Pero me pregunto... ¿No había después de todo algo en ti que medio reconocía lo que yo era? Tus mortífagos podrían haberme matado fácilmente, pero algo, tal vez un extraño susurro en tu corazón, te hizo decirles que no me tocaran, que sólo tú podías matarme.

¿Puedes sentirlo ahora, Tom? ¿Me reconoces? No, tu mente está demasiado preocupada, puedo sentirlo ahora. Estás pensando en Abraxas, en su boca contra la mía, y estás pensando en serpientes, haciéndolo pedazos...

-¿Tom?-.

Tom se volvió y le miró, distraídamente. -¿Qué?-.

-Sólo intentaba ayudarme. Con la obra, quiero decir. La escena final con el beso. Llama a las serpientes, ¿quieres?-.

-¿Las serpientes...?- Tom lo miró sorprendido por un momento, y luego se sonrojó profundamente. -¡Merlín, deja mi mente en paz, Elias!-.

Ya habían llegado a la oficina de Tom, y éste abrió la puerta de golpe. Su despacho era tan cálido y acogedor como la última vez que Harry entró en él, y un fuego crepitaba alegremente en la chimenea.

-Toma asiento. Deja que cierre la puerta, para que nadie nos moleste-.

Harry no se sentó; se limitó a ponerse de pie y mirar a Tom. Sus rizos oscuros. Sus ojos grises. Ese rubor demasiado humano... ¿Voldemort? Parece imposible, mirándote ahora, que un día te conviertas en Voldemort. Ojalá hubiera una forma de detener el tiempo, para que el futuro nunca llegue...

Tom se volvió bruscamente hacia él. Sus ojos eran ahora repentinamente más oscuros, o tal vez era sólo la forma en que la luz y las sombras del fuego caían sobre su rostro lo que lo hacía parecer así. -¿Estás enamorado de él, Elias?- Su voz sonaba ronca.

-¿Con quién...? Oh, ¿con Abraxas, quieres decir?- Harry miró la alfombra, con las mejillas encendidas. Por un momento, se había olvidado de Abraxas. -No lo sé. No creo que... Me gustaba más besarlo a él que a Araminta, pero quizás él era mejor en eso. Intentaba enseñarme a besar, ya ves...-

TO KILL YOU WITH A KISS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora