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— ¿En dónde diablos se metió Chan? —preguntó Bang Daegi con enojo— ¿Alguien puede decirme?

—No lo sé, señor—contestó Mingwan con temor— El joven salió desde hace rato.

—Ya les he dicho que tienen que mantenerme al tanto de lo que hace y a donde va — alzó la voz, de esa manera intimidando a su pobre empleado— ¿A caso no entienden?

—Lo siento, señor— se disculpó con la cabeza gacha— No volverá a suceder.

—¿Por qué tanto grito? —preguntó él pelinegro mientras entraba por la puerta —Vas a envejecer más rápido de lo normal, padre.

—¿En dónde estabas? — ignoró lo que había dicho.

—Salí a dar una vuelta, ¿tengo que pedirte permiso para eso? —se sentó en el gran sofá— Soy un adulto.

—Me preocupa que algo malo te suceda, ¿sabes que corres peligro si andas por ahí solo y sin los guardaespaldas?

—¿Qué si lo sé? — se rio con sarcasmo— Claro que lo sé, sé muy bien que tengo que ir a todos lados con dos malditos hombres a mi lado y todo porqué mi padre es un hombre con muchos jodidos enemigos.

—Prometo que pronto me voy a deshacer de cada uno —aseguró— No quedará ninguno de ellos.

—Es tan jodido ser el hijo de un mafioso, solo quisiera una maldita vida normal— se levantó dispuesto a irse a su departamento.

—Te veo mañana— le recordó su padre y él lo miró con molestia.

—Te recuerdo que yo no seré tu sucesor, lo he dejado bien claro — habló seriamente— No quiero arruinarme más la vida.

— Chan, hemos hablado de esto muchas veces, necesitas hacerlo.

—He dicho que no, ¿tan difícil es entender? — trató de no perder la paciencia con su padre, quien no respondió nada ante aquello y entonces se marchó a su departamento.

Bang Daegi, un hombre poderoso, peligroso, millonario y sobre todo con miles de enemigos, ese era el padre de Chan, ¿tenía sus ventajas? sí, dinero y respeto.

¿Las desventajas? tener que andar con temor de que alguno de sus jodidos enemigos quiera cobrárselas con su vida, pues esa era la mejor forma de vengarse ¿no es así? metiéndose con lo que uno más amaba y Daegi amaba con todo su corazón a su hijo, incluso más que su propia vida.

Desde que Chan era pequeño, había sido criado en cuna de oro, estaba acostumbrado a tener todo lo que quería cuando lo deseaba. Nunca se le negó algo al pequeño, pues su padre trataba de recompensarle de esa manera, pues su madre había muerto a manos de alguno de sus muchos enemigos por culpa suya.

Y si.. Daegi vivía con el miedo de que le hicieran lo mismo a su único hijo, es por eso qué, desde que él era un niño tenía que ser acompañado de dos hombres, de Mingwan y Gangman, ellos se habían encargado de cuidarlo en donde sea que se encontrara, pero desde que había cumplido la mayoría de edad, Chan comenzó a querer vivir su vida libre y sin compañía de nadie, era tan molesto para él tener que salir junto a esos hombres. Pero, su padre insistía en que le mantuviera informado, incluso Mingwan y Gangman lo seguían a escondidas, por si algo llegara a pasar, ellos debían estar cerca para protegerlo.

En cuanto él pelinegro llegó a su departamento, lo primero que hizo fue despojarse de toda su ropa y darse una larga ducha, pues una hora antes había tenido sexo con un pequeño muy lindo y sensual. Entonces sonrió al acordarse de aquello, desde que había visto a Seungmin de cerca, se dio cuenta de que no era una chica, aunque a cualquier otro chico podría engañarlo fácilmente, pues tenía rasgos femeninos muy lindos. Chan siempre había sido un chico que le gustaba disfrutar de la vida, hacía lo que quería, sin miedo a nada. Y es por esa razón que tuvo relaciones sexuales con aquel rubio y realmente le había gustado, era algo distinto a follarse a chicas, no sabía cómo explicarlo, pero se sentía mucho mejor, ¿o podría ser solo el encanto de aquel chico?

Cuando terminó de darse una ducha, se colocó una ropa más cómoda y se acostó en su cama, todas las noches eran así; un departamento enorme, con una habitación espaciosa y una gran cama para el solo.

No lo negaba, la soledad era horrible, a veces deseaba tener a alguien con quien compartir todo aquello, alguien que le abrazara todas las noches y le dijera lo mucho que lo amaba, pero esa persona parecía no llegar.

Y no porque no tuviese pretendientes, chicas tenía de sobra, pues era tan guapo, tenía dinero y era todo un experto en la cama, pero nadie, nunca alguien, le había llamado la atención como para decidir amar. Y no es que no tuviese corazón o sentimientos, pero solo buscaba aquellas chicas para satisfacer su necesidad de placer y nada más, no había ninguna que tuviese ese toque especial, ese por el cual decidiera involucrar algo más que sexo.

Y no solo eso, tenía miedo de involucrar a alguien en su jodida vida, pues ser el hijo de un mafioso no era tan bueno como la gente creía, detrás de todos los lujos existía el maldito temor de que te arrebataran la vida por venganza.

Aunque Chan, dejo de tenerle miedo a la muerte años atrás, era por eso que vivía cada día sin limitarse de nada, si quería comer algo lo comía, si quería comprar algo, lo hacía y era lo mismo para el sexo, si quería follarse a alguien, lo hacía.

Aún si tenía que gastar su dinero, no le importaba, aunque la mayoría de las veces las chicas no aceptaban el dinero, pues en realidad les gustaba tanto como las trataba y les daba placer.

Y, además, él estaba convencido de que su madre le cuidaba desde el cielo, que cada uno de sus pasos eran acompañados por su hermoso angelito.

—Mientras mi corazón siga latiendo, yo seguiré viviendo como deseo—se dijo a sí mismo y entonces cerró los ojos.

























—Mientras mi corazón siga latiendo, yo seguiré viviendo como deseo—se dijo a sí mismo y entonces cerró los ojos

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Oh Daddy ᶜʰᵃⁿˢᵉᵘⁿᵍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora