Oh Daddy ᶜʰᵃⁿˢᵉᵘⁿᵍ

c u a r e n t a y c i n c o

— ¡No sé de que me hablan! —gritó Myung en cuanto le preguntaron en dónde estaba Seungmin.

—Claro que lo sabes, él llamó desde tu teléfono.

— ¡No puedo decirles! —gritó Myung mientras uno de los empleados de Daegi lo tenía agarrado fuertemente del cabello— ¡Ellos van a matarme!

—Y lo mismo vamos a hacer nosotros y de una manera más dolorosa, si no nos dices en dónde está el chico —le advirtieron— Y no solo a ti, lo mismo con tu familia.

—Así que habla de una vez, maldita basura —dijo el otro chico— ¿En dónde esta?

— ¡No sé! —contestó y los chicos comenzaron a perder la paciencia, así que uno de ellos lo golpeó fuertemente con la culata de la pistola en la cara.

— ¡Habla o te juro que daré la maldita orden de matar a tus hijos ahora mismo! —le amenazó y entonces Myung comenzó a sollozar.

— ¡No, no, por favor! —exclamó mientras la sangre de su herida caía— ¡Lo diré!

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— ¿En dónde diablos está Myung? —se preguntó Jeongin a sí mismo, mientras lo esperaba fuera de la habitación— ¡Ese imbécil me va a escuchar!

Le llamó a su número telefónico nuevo y después de unos cuantos segundos, Myung respondió.

— ¿En dónde te metiste? ¡necesito irme! —le gritó con enojo— Te quiero aquí, ahora mismo.

—Si, jefe —contestó en un susurro, pero Jeongin no le importó y colgó.

Entró una vez más a la habitación y miró qué Seungmin se movía de una forma rara, así que se acercó a él y le quitó la cinta de la boca.

— ¿Qué te pasa?

—Quiero ir al baño de nuevo —contestó mientras trataba de respirar con calma y contener las ganas de vomitar.

— ¿Otra vez? —preguntó con fastidio— ¿Para qué?

—Quiero vomitar de nuevo, por favor, déjeme ir —pidió y entonces Jeongin le ayudo a sentarse.

—No, voy a traerte una cubeta —el pelirrojo buscó una cubeta en el baño, después la dejó frente a él y tomó su mano para qué la tocara —Bien, ¿la sientes? aquí esta, hazlo ahí.

Seungmin no respondió nada y en su lugar acercó la cubeta a su rostro para comenzar a vomitar dentro de ella, no sabía por qué tenía tantas nauseas, pero pensaba que podría ser la asquerosa comida qué Myung le daba.

—Dios, ¿por qué estás vomitando tanto? —preguntó, cada vez que hablaba lo hacía fingiendo una voz más grave— ¿Qué te pasa?

—No sé —respondió mientras dejaba la cubeta a un lado— Lo siento...

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—¡Jefe Bang, tenemos la dirección! —avisó el chico a través de la llamada— En cuanto usted nos diga, iremos.

—Que uno de ustedes venga conmigo y él otro se quedé con Myung —respondió Daegi— ¡Ahora!

— ¿Qué te dijeron? —preguntó Chan en cuanto colgó la llamada— ¿Qué pasa?

—Lo tenemos, hijo —le sonrió y entonces, el pelinegro sintió qué su corazón volvía a latir— Ya tienen la dirección.

— ¡Bueno, vamos! —exclamó mientras se levantaba y tomaba una de las armas de su padre— ¿Qué esperas?

En ese momento entró el chico a quién Daegi esperaba, le dio la dirección del lugar y sin esperar ni un minuto más, se dirigieron ahí, claro, con más de sus hombres.

Chan iba pensando en Seungmin y solo esperaba que estuviese bien, que nada malo le hayan hecho, nada que lo traumara de por vida, no podría soportar saber que por su culpa estaba así, porque lo era, por haberle involucrado en su jodida vida. Y claro, para que quién sea que estuviese ahí les abriera la puerta y no sospechará, llevaban a Myung con ellos.

Mientras tanto, Jeongin había dejado a Seungmin atado a la silla, no iba a correr el riesgo de qué si se vomitaba de nuevo, se ahogará, pues no estaba dispuesto a llevarlo al baño de nuevo. Salió de la habitación y en esos momentos recibió una llamada de Minho.

— ¿Qué pasa? —preguntó con fastidio— ¿Qué necesitas?

—Quiero saber cuándo va a ser el día en el que saque a Seungmin de ahí —respondió—Dijiste que sería solo unos pocos días.

—Relájate, ¿sí? serás su estúpido héroe, solo espera un poco más.

—Pero ¿qué estás esperando, Jeongin?

Cuando el pelirrojo iba a responder, escuchó la voz de Myung que le llamaba, así que sin fijarse por la mirilla si venía solo o no, pues estaba distraído en la llamada, abrió la puerta. De inmediato comenzaron a entrar los hombres de Daegi con pistolas en la mano que enseguida le apuntaron y él, del susto, se le cayó el teléfono al suelo, miró a todos lados buscando una salida, pero era inútil, no la había.

— ¡Quédate quieto! —le gritaron y entonces uno de ellos se acercó para tomar fuertemente al chico y rodearle el brazo por el cuello —Vas a pagar por esto, te lo aseguró.

Daegi junto a Chan entraron y entonces, la mirada de Jeongin conectó con la suya, había sido descubierto, todo se había acabado.

— ¿Jeongin? —preguntó el pelinegro mientras se acercaba a él— ¿Por qué?

El pelirrojo bajó la mirada, no había nada que decir, no iba a delatar a su padre.

—Dame las malditas llaves de esa habitación —le dijo tratando de contener las ganas de matarlo— ¡Ahora!

Jeongin le señalo en dónde estaban y entonces, las tomó para abrir la puerta. Seungmin escuchó varias voces y la cerradura de la puerta abrirse, tenía miedo, más hombres venían para hacerle daño, no iba a soportarlo.

— ¡Seungmin! —gritó en cuanto lo vio, pudo jurar que el corazón le dolió al verlo así, atado de sus manos y pies, en un lugar tan horrible, pero también estaba contento de que, al fin, iba a sacarlo de ahí.

—¿Chan? —preguntó Seungmin sintiendo qué las esperanzas volvían a él, sabía que llegaría, que no lo dejaría ahí, no podía dudarlo, él lo salvaría.

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