cuarenta y seis

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—Si, amor, soy yo —contestó Chan al mismo tiempo que le quitaba la venda de sus ojos —Estoy aquí, te voy a sacar de este lugar.3

En cuanto Seungmin le vio, las lágrimas comenzaron a salir sin cesar, estaba realmente feliz, iba a ver a su madre de nuevo, al hermanito que venía en camino, a su mejor amigo Changbin, por fin, estaría de nuevo libre.



—Al fin... —sollozó, mientras el pelinegro le desataba las manos y los pies con cuidado de no lastimarlo, pero a pesar de eso, ya tenía demasiada marcada la piel.



Sin pensarlo, Chan abrazó fuertemente al chico mientras lloraba junto a él, en verdad llegó a creer que nunca más lo vería y eso lo estaba matando.



—Tranquilo pequeño, estas a salvo —le dijo tratando de calmar sus sollozos, acarició su espalda suavemente y en ese momento entró Daegi, quién los observó sin decir nada.

—Sabía que vendrías —susurró el rubio— Sabía que no me dejarías aquí.

—Nunca, amor —lo abrazó más fuerte— No iba a descansar hasta encontrarte.

— ¿Quién hizo esto, Chan? —preguntó mientras deshacía el abrazo y le miraba a los ojos— ¿Por qué?

—Voy a explicarte todo, lo prometo —contestó con nervios— Ahora debemos salir de aquí.



Daegi se acercó a ellos tratando de no verse tan intimidante, pues lo último que quería era causar miedo en su yerno, Seungmin lo miró detalladamente, se parecía demasiado a su novio y entonces se preguntó si era su padre, aunque era obvio.



—Hola Seungmin —le saludó con una sonrisa —Mientras más pronto salgamos de este lugar, será mejor.

—H-hola —saludó con un poco de timidez y asintió.

—Soy Bang Daegi, el padre de Chan —se presentó —Es una pena que nos tengamos que conocernos así.

—Uh, señor Bang—quiso hacer una reverencia, pero Daegi negó con la cabeza y lo detuvo.

—No tienes que hacerlo, no es necesario, ni el momento —miró a su hijo que se mantenía callado— Lo qué importa es tu salud, iremos con un médico para qué te cheque.

—Gracias —contestó el rubio y seguidamente salió de la mano junto a su novio.



Los demás ya se habían encargado de llevarse a Jeongin y a Myung, con la intención de sacarles toda información sobre quién los había mandado, pero el pelirrojo no tenía ninguna intención de delatar a su padre, aún si tuviese que morir.

Bang Chan le abrió la puerta del auto a Seungmin y una vez dentro, él hizo lo mismo y sin encender el auto lo miró.



— ¿Estás bien? —negó con la cabeza— Claro que no lo estás, que imbécil soy.

— ¿Te soy sincero? —preguntó— Lo único que deseo en estos momentos es dormir, no he dormido nada bien, estoy muy cansado.



Y era verdad, se sentía cansado, pero no quería dormir, solo quería estar junto a él, que lo abrazara por mucho tiempo, quería llorar y demasiado, había sido una experiencia horrible estar secuestrado, no se lo deseaba ni a su peor enemigo, el miedo que tuvo al pensar que lo violarían o matarían fue demasiado y además de todo eso, se sentía enfermo, había vomitado muchas veces e incluso en esos momentos tenía nauseas.



—Será mejor que vayas al médico otro día, amor —lo miró con tristeza— Vamos a casa, ¿sí?

—¿Y tú padre?

Oh Daddy ᶜʰᵃⁿˢᵉᵘⁿᵍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora