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Llego la noche, aquel chico rubio de dieciocho años, se encontraba solo en casa, pues su madre había salido como cada viernes con su novio. Había pasado más de una hora arreglándose, llevaba una linda peluca negra, las uñas pintadas al igual que sus labios, delineador, un top negro, medias de red y una falda corta color rosa.

Se miró al espejo y sonrió al ver su reflejo, era toda una diosa. Si, Seungmin era gay, y no, no quería ser una chica, era simplemente una fantasía, un fetiche sexual.

Por alguna extraña razón le excitaba sentir las miradas de deseo de los chicos, amaba que le miraran el trasero y las piernas, le divertía que pensaran que era una chica... los chicos de aquella discoteca eran tan estúpidos, se calentaban con cualquier cosa que tuviese falda.

Seungmin tomó un taxi hasta el lugar, enseguida el chofer le miró con deseo y él no pudo sentirse más asqueado ante aquel señor gordo y con mal olor.

—¿A dónde la llevo señorita? —preguntó y Seungmin le entregó una tarjeta con el nombre del lugar.

Minutos después le había dejado en la entrada y enseguida los guardias le dejaron pasar, ya lo conocían, pues no era la primera vez que iba a ese lugar, aunque ellos creían que se trataba de una chica hermosa y sexy. Seungmin observó todo a su alrededor, chicos y chicas bailando, alcohol por todas partes, música a todo volumen.

Amaba ese ambiente, en cuanto cumplió los 18 años, esa discoteca se convirtió en su lugar favorito.

A diario, era un chico bueno, con calificaciones altas, sin faldas, sin uñas pintadas, solo era un chico común y normal como cualquiera. De vez en cuando le gustaba escaparse de casa, cuando su madre no estaba e ir a divertirse un poco, si... solo un poco.

Él rubio se unió a la pista y comenzó a bailar sensualmente al ritmo de la música, no pasó ni dos minutos y alguien llegó para tomarle de la cintura por detrás.

—¿Qué haces bailando tan sola, preciosa? —le preguntó una voz sexy y ronca, Seungmin sonrió y se dio la vuelta para ver de quien se trataba.

Quedo totalmente sorprendido al ver semejante bombón al frente suyo, se trataba de un chico de cabello negro, elegante y sexy.

—Nadie me ha invitado a bailar—se encogió de hombros.

—¿Qué dices si yo te invito un trago? — le sonrió coquetamente.

—Está bien— le tomó y esté lo llevo hacia las mesas VIP.

—Pide lo que quieras— le ofreció mientras se desataba la corbata, ¿quién rayos iba con traje a una discoteca? bueno, al parecer él.

—Gracias— le sonrió y pidió un vaso de tequila con hielo.

—Tráeme la botella completa— pidió él chico, la mesera asintió y se retiró— Dime, ¿qué hace una niña tan bonita como tú en lugar como este?

—Divertirse— cruzó las piernas.

—¿Cuantos años tienes?

—Tengo veinte —mintió— ¿Y tú?

—Veintiocho, linda.

—¿Cómo te llamas? — le parecía muy interesante que fuese diez años mayor que él.

—Llámame CB — le guiñó un ojo de manera coqueta— ¿Y tú?

—Uh, misterioso — arqueó una ceja— Bien, entonces tú llámame Hyuna.

—Lindo nombre.

La mesera llegó con la botella y el balde con hielo, sirvió en los dos vasos de cristal y se retiró.

—Aquí tienes— le ofreció de aquel vaso con el líquido.

—Gracias— lo llevó a sus labios y lo bebió con calma.

—Voy a ser directo, Hyuna—habló él pelinegro — Me gustan las chicas atrevidas y sensuales.

—¿Ah, sí?

—Si, me fascinan —le miró con astucia—Tú eres una chica muy sensual y sé qué eres atrevida, lo sé porque estás en este lugar.

—Acertaste, guapo— contestó con una sonrisa coqueta.

—Y bueno, puedo pagarte por tener sexo conmigo, pero te aseguro que después de terminar, la que querrá pagarme serás tú.

Seungmin sintió un escalofrío por todo el cuerpo, él chico era tan sexy, era un adulto sin miedo de decir lo que quería, se notaba que tenía dinero y que era todo un dios en el sexo, pero ¿qué iba a decir ahora?

¡Oh, sorpresa... soy un chico!

—No, gracias.

—¿Por qué no? — bebió de su trago—¿Tienes miedo?

—Sí, un poco.

CB se acercó hasta quedar al frente suyo, comenzó acariciarle las piernas y luego le susurró al oído: —No voy hacer nada que no disfrutes— mordió el lóbulo de su oreja suavemente.

Seungmin quedó completamente hipnotizado por aquello, él estaba tan cerca, sus labios se veían tan deliciosos y no pudo evitar besarlo.

Total, ¿qué más podía pasar? nunca más lo volvería a ver y no sería tan tonto para desaprovechar la oportunidad de besar a un hombre tan sexy. Sus labios eran tan suaves y húmedos, quien sea que le había enseñado a besar lo había hecho tan bien, pues su lengua entró en su boca con delicadeza de una manera tan tentadora, llevó sus manos alrededor de la pequeña cintura del lindo rubio para apretarla y esté comenzó a sentirse tan excitado, que sin darse cuenta él chico le había llevado hasta las áreas privadas.

Un pequeño cuarto iluminando de rojo, cortinas negras y brillantes por las paredes, había un sofá de cuero y enfrente de este una mesa del mismo material. CB llevó sus manos a su trasero para comenzar a estrujarlo sin dejar de besarlo y de un movimiento hábil le dejo de espaldas contra la pared comenzando a restregarle su pene erecto por el trasero.

Seungmin estaba en un gran problema, pues su propia erección comenzaba a crecer, el chico estaba a nada de querer desnudarlo y sólo quería salir corriendo de ahí.

Justo cuando CB le iba a levantar la falda, se armó de valor para detenerlo —Espera— habló con temor.

—¿Qué pasa? ¿no quieres?

—¿Cuánto me vas a pagar? —preguntó para hacer más tiempo y encontrar la manera de huir.

—Lo que quieras, ¿qué deseas?

—Tengo que confesarte algo— habló con vergüenza, nunca se le había salido de las manos aquella situación, solía siempre rechazar a los chicos e irse, pero CB era tan
sensual, que no pudo resistirse ante sus caricias y ahora estaba a punto de ser humillado.

—¿Sí?

—Yo... no soy lo que crees—desvió la mirada—Yo soy un chico.





















 no soy lo que crees—desvió la mirada—Yo soy un chico

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Oh Daddy ᶜʰᵃⁿˢᵉᵘⁿᵍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora