cuarenta y cuatro

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— ¿Le has estado dando de comer bien? —preguntó el pelirrojo con el rostro serio.

—Lo he castigado un poco, él otro día me golpeó, ¿sabe? —contestó Myung mientras señalaba su herida— Es un mocoso muy mal portado.

— ¿Cómo que lo has estado castigando?

— Come solo dos veces al día y no lo he llevado al baño —respondió con orgullo y Jeongin lo miró con enojo.

— ¿Qué mierda te pasa? ¿acaso yo te dije que podías hacerlo?

— Pero, jefe —busco qué decir— Casi se escapa.

— ¿Culpa de quién fue?

— Mía, pero...

— Pero nada, imbécil —contestó mientras abría la puerta de la habitación en donde se encontraba Seungmin— No hagas nada si no te lo pido.



Entró a la habitación y cerró la puerta detrás de si, Seungmin aún mantenía las manos y pies amarrados y los ojos vendados, odiaba estar así, los nudos estaban tan fuerte que le dolía, pero no podía decir ni hacer nada, ya qué Myung no lo escuchaba. Y en cuanto oyó que la puerta se abrió, volvió a sentir pánico una vez más.



— Quiero ir al baño —habló en un susurró, mientras escuchaba los pasos acercarse a él —Ya no aguanto, por favor...



Jeongin quería hablar, pero ¿cómo lo haría sin que se diese cuenta de que era él?



—He estado aguantando, no quiero hacerme encima —dijo con mucha vergüenza— Prometo no hacer nada para escapar.



Jeongin le desató de las manos y después de los pies, no le quitó la venda y lo llevó de la mano hasta el baño, le bajó el pantalón y aunque Seungmin no quería, le ayudó. Tratando de controlar sus pensamientos de lujuria, el pelirrojo desvió su mirada hasta que él chico terminó, después lo llevó hasta la silla y lo sentó para qué comiera algo.

Seungmin se sentó esperando que le amarraran las manos y los pies, pero Jeongin soló le hato los pies, quería preguntarle si quería comer, pero, no quería exponerse, ¿qué debía hacer? ¿mandar a Myung? no, por alguna razón él quería estar cerca de él y no entendía por qué.



— ¿Quieres comer? —preguntó fingiendo una voz más grave y el rubio estaba demasiado lejos de reconocerlo, pues estaba muy triste y lo único que pensaba era cuando iba a salir de ahí.

—Si...

— ¿Desde cuándo no has comido? —preguntó y él supo qué se trataba de alguien más y no del hombre que lo trataba como basura, pero aun así, eso no quería decir qué pensará que esa nueva persona fuese alguien bueno.



— Desde ayer.

— Bien, voy a traerte algo, ¿si? — Seungmin asintió y escuchó a Jeongin salir de ahí.



No tenía las manos amarradas, así que aprovechó para bajarse la venda de los ojos unos segundos y como siempre, todo estaba frío y obscuro, ni siquiera era capaz de poder saber si era de día o de noche, pues no había ninguna ventana. Mantenía la esperanza de que, con la llamada que le había hecho a Chan, pudiesen rastrear en donde estaba o buscar la manera de encontrarlo.



—He vuelto —avisó y entonces Seungmin se colocó la venda de nuevo —Traje comida china.



Se sentó enfrente suyo y destapó el plato en donde venía la comida, sacó unos palillos y se los entregó al rubio en sus manos.



Oh Daddy ᶜʰᵃⁿˢᵉᵘⁿᵍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora