cuarenta y ocho

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—Yo soy parte de eso, pero no como tú crees...

— ¿Y entonces? —preguntó aun sin atreverse a mirarlo.

—Hago trabajos para mi padre, pero son cosas insignificantes —aseguró mientras le tomaba de sus manitas.

—Tienes armas en tu casa, Chan —contestó con la voz quebrada— Las vi...

—Es verdad, las tengo —se relamió los labios, pues estaba comenzando a sentirlos secos— Pero te aseguró que jamás le he quitado la vida a alguien con ellas, yo no sería capaz.

— Y entonces, ¿qué tipo de trabajos haces? —preguntó mientras veía la mano del mayor entrelazarse con la suya— ¿Qué tan insignificante son?



Chan le explicó a Seungmin todo lo que alguna vez hizo con su padre, desde que cuidaba sus llamadas, guiaba a los nuevos empleados, pagaba cosas como las facturas, que era el encargado de pagarle a los policías que estaban en su mando y también que, en dos ocasiones llegó a golpear a unos chicos que se querían pasar de listos.



—Eso es todo lo que he hecho, Seungmin —el rubio escuchó todo atentamente y después de procesarlo, eso no era algo malo, pero ¿debía creerle?

— ¿Me estás diciendo la verdad?

—Te lo prometo.

— ¿Y por qué no me habías dicho antes? —ahora si lo miraba— ¿Por qué esperaste a todo esto?

—Al principio pensaba que no tenías por qué saber, solamente eras con quién pasaba el rato y te había advertido de que no debías hacerme preguntas —explicó— Pero cuando te hiciste importante para mí, cuando me enamoré, supe que debía decírtelo algún día, pero tenía miedo.

— ¿Miedo?

—Miedo de perderte, Seungmin —lo miró con desesperación— A que me dejarás.



Él se quedó callado, después de aquella confesión, ahora qué iba hacer, ¿quedarse con él o irse?



—Dime algo, por favor —rogó.

—Yo... —habló con nervios— No voy a irme.

— ¿En serio?

—No quiero dejarte, Chan —negó con la cabeza— Yo... yo te amo.



Chan sintió que el alma regresaba al cuerpo con aquella confesión, él también lo amaba, lo hacía con todas sus fuerzas.



—Yo también te amo, pequeño —lo abrazó fuertemente y Seungmin le correspondió— Más que a nada en esté mundo.

—Quiero estar contigo, no me importa nada más —hundió el rostro en el pecho del chico tratando de contener las lágrimas— Soy feliz a tú lado y quiero permanecer así, contigo.



Chan le acarició el cabello rubio, mientras lo mantenía entre sus brazos, oír de esas palabras le hacían tan feliz, él también quería permanecer a su lado, estaba tan conmovido que ni siquiera era capaz de pensar con claridad, Seungmin no estaba a salvo a su lado y eso lo sabía.

Oh Daddy ᶜʰᵃⁿˢᵉᵘⁿᵍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora