VII. Un amigo más para ayudar

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—Te explico muy breve: los hombres son muy exigentes y también muy codiciosos. Incluso nosotros—Jimin dormita, Jin lo peina—. Anhelan aquello que es bello y que no deberían anhelar. Cuando se trata de nobles o con un estatus alto empeora porque ellos no se preocupan por la comida, el trabajo del siguiente día o que la casa se caerá. Se preocupan del prestigio que tendrán si poseen eso tan bello.

—pero yo no soy bello.

—Yo no diría eso. Tan solo eres muy pequeño como para pensar en esas cosas.

Jimin cabecea. Que Jin lo peine le provoca modorra. Últimamente pasa la mayor parte del tiempo con él. Incluso al pasar las noches en la casa de kisaengs. Rehusado a ir a casa de Hosung. Jin lo permite sin problema, con genuina pena por su situación. A pesar de que ha preguntado al respecto, no sabe por qué decidieron pasar las reglas por alto y hacerlo trabajar como Samsu desde ahora.

Usualmente se espera a que se cumpla dieciséis años, pues es la edad en que ya hay madurez corporal suficiente para aguantar relaciones sexuales.

Jimin estaba tan destrozado tras su primera vez que queda obvio el motivo por el que los niños pequeños no deben ser tomados para eso.

Lo saca a pasear, lo acompaña a veces durante sus clases y en general lo trata como su pequeño polluelo adoptado que urge de tener una compañía que no sea interesada perversamente. Es lo que más pena le da de su situación. Lo joven que es, lo expuesto y desprotegido que está junto a la mirada interesada que recibe de las personas. Hombres que cuestionan en la casa de kisaengs si es posible pedirlo a él.

Afortunadamente no es el caso. Es Samsu del emperador y de su hermano, que es su gibu. Nadie más puede tocarlo. Aunque para Jin eso es más que suficiente para tener un pésimo conjunto.

~ * * * ~

Jimin se ríe por el chapoteo de agua que causa Soo al saltar al estanque. El palacio imperial tiene muchos jardines para pasear y hay uno con varios estanques. Todos con peces que nadan de aquí allá. Admite tenerles envidia. Quizá no es la vida más interesante, pero si muy tranquila y donde no sufre daño.

Mete la mano y nota que se vuelve traslúcida, se siente extraño. Guiña dispar, mareado y Soo gorgotea al moverse en torno a la muñeca de Jimin. El kisaeng apenas siente como su cabello pierde el peinado por completo. Los dwikkoji que caen al pasto junto a las horquillas florales y su cabello excesivamente largo. Jadea inclinado hacia el estanque, recibe suaves tirones de parte de Soo. Su cabello moviéndose en relación con la superficie acuosa. Sufre un sobre salto por el toque a forma de aviso en el hombro.

—No deberías hacer eso. Podrías quedarte sin salir de ahí por siempre si no sabes cómo volver a tu forma natural.

Jimin observa fijamente a Namjoon. El más alto aprieta los labios, nervioso. Fue un impulso venir a advertirlo, en un principio pensó que iba a dejarse caer para ahogarse o hacerse daño de alguna manera. Aunque quiere resaltar que el primero en notarlo fue Ji, que casi lo empujó a venir.

— ¿Volver?

— ¿No lo sabes? Puedes cambiar la disposición de tu cuerpo a la mejor forma que te parezca. Desde a como estas ahora a ser agua. Por eso tú cabello se pone así. —explica Namjoon.

Jimin vuelve la vista al agua. Saca lentamente la mano y nota que efectivamente, su palma y dedos son líquidos y lucen similar a su cabello. Poco a poco regresa a su color natural, excepto sus uñas que se ven púrpuras. Jimin relame suavemente sus labios y Namjoon acaba por dar una sacudida discreta a sus manos.

—Soy Kim Nam-Joon, futuro consejero del emperador. Es un gusto conocerte.

El niño entreabre los labios y duda si puede responderle. Se supone que tiene prohibido hablar con otros hombres, pero Namjoon es un niño, así que ¿Cuenta o no cuenta? Duda un largo rato hasta finalmente sonreír tímido.

Loyal Muse | NamMin || BOOK 2#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora