XXXIX. El tiempo que continúa y eventualidades desagradables

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Por primera vez en su vida, Jimin tiene la sensación de que el tiempo no corre lento o rápido, tan solo está ahí en su flujo habitual y él puede desentenderse de eso. Después de todo, su nuevo puesto no solo implica estar en el gobierno, si no que también le brinda la anulación a perder su estatus y estilo de vida. Incluso cuando pase de los veintiséis años, edad de retiro de las kisaengs usualmente, podrá continuar con lo que le gusta con la gente que ya conoce.

Al mismo tiempo, ha perdido mucho la percepción y necesidad de fijarse en ello. Cuenta los días como los que tiene de libertad de Hojoon y de vivir en una Corea que poco a poco va mejorando en todos sus aspectos. Más allá de ello, no hay necesidad de pensar en que pasan días, semanas, meses. Se siente muy feliz. Ha acumulado algún que otro logro últimamente.

Graduarse como kisaeng Haengsu.

Ser kisaeng del emperador durante la visita anual de los emperadores de China y Japón.

Aprender a pintar bien sin hacer trampa con Soo.

Aprender a hacer Mochis.

Y aprender a leer y escribir de manera fluida.

Se siente ¿Orgulloso de eso? No sabría describirlo con exactitud. Es un sentimiento extraño que se anida en su pecho, uno que Namjoon se esmera en hacer crecer elogiándolo hasta por el más pequeño paso a conseguir sus aspiraciones. Ha llegado a pensar que se siente feliz y hasta orgulloso, es porque Namjoon permanece a un lado, haciéndole saber lo grande e importante que llega a ser hasta el más ínfimo logro. A no menospreciarlo como tiene la mala costumbre de hacerse a sí mismo.

Namjoon ha dejado de percibir el tiempo y al mismo tiempo, saber ordenarlo mejor. Antes se agobiaba demasiado por no tener idea de cuando introducir sus descansos y gustos a su apretada agenda como consejero del emperador. La mayor parte de su vida se consume en ello y es casi penoso no vivir por sí mismo. Sin embargo, en este esquema tranquilo y constante en su suavidad, ha podido hallar espacios y técnicas para vivir sin perder nada de lo que desea.

¿Mucho tiempo en el palacio? No importa, Jimin es kisaeng de Agust y muchas veces para relajarlo, le canta o baila.

¿Tener una idea en mente? Incluso si no lo entiende, Jimin va a escucharlo para que pueda desahogar y autoanalizar sus palabras.

¿Ganas de escribir y no tener mucha idea? Verlo bailar cualquier tarde.

¿Agobio por un día ajetreado? Simplemente descansar recostado del hombro pequeño o los muslos suaves.

¿Aburrido como ostra sin ganas de hacer sus deberes? Ir a cabalgar hasta las afueras de Hanyang y luego bañarse en el río.

Todo tiene solución y capacidad de enfocarlo en sí mismo. Para desagrado y gusto de Ji. Él no va a cambiar. Un necio con ansias de ser obsesivo con el trabajo, pero un usuario que es casi todo lo contrario. Su actitud de viejo cascarrabias es inevitable y se ha vuelto común que

Nada que Soo con un par de ronroneos no arregle.

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—Se habla mucho de otro dragón de jade. Es un poco odioso que la información se repita una y otra vez. —comenta Jimin llevándose un trozo de carne a la boca.

—La gente habla muchas tonterías cuando está aburrida... O cuando trabaja. Necesitan distraerse.

—De todos modos, es un rumor muy extraño—opina Jungkook pensativo—. Después de todo, la única manera de que haya un dragón de jade es que venga del linaje real y Agust es el único heredero puro que hay. —Los tres giran la cabeza hacia el emperador que come en silencio y no responde nada ante eso ¿Para qué armar suposiciones y teorías de lo que debe ser un rumor idiota?

Loyal Muse | NamMin || BOOK 2#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora