XXIX. Hacer mucho más sin darse cuenta

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La ninfa rehusándose a dejar que la marea la ordene a nadar
Es ella quien manda y nadie más
No deja de quejar, el océano la quiere arrastrar
No lo permitirá, será ella quien decida a donde nadar
Sin parón será el reclamar porque independiente desea quedar

—Mi señor.

¿Quién la detendrá? Nadie se atreverá, sus lágrimas no deben rodar
A todos de ira llenará y nadie dejará de pelear
Llénenla de felicidad, que no pueda caber más en la alegría sin par.

—Mi señor.

¿Escucharon sus risas sin final? Es la melodía que nadie jamás tendrá la dicha de escuchar
Que envidia dará a aquel que lo consiga causar
Es

— ¡Mi señor!

Da un brinco y tumba la tinta del escritorio. Jimin evita que se derrame y la introduce de regreso en el frasco. Namjoon da un suspiro de alivio. Eso evitará mucho tiempo de limpieza y reclamarse a solas por causar un nuevo desastre como siempre. Lleva la vista hacia el impaciente kisaeng. Su peinado de eonjun meori dándole un poco más de altura y volumen.

— ¿Se te ofrece algo? Lo siento. —guarda el papel con algo de apuro y ambos cierran los ojos del susto por la cantidad de papeles que salen disparados hacia arriba. Ji blanquea los ojos y Soo gorgorea, flota mientras los papeles siguen en su caída al suelo. Namjoon exhala con deje cansado.

—Sí... bueno... ¿No quiere que lo ayude con esto primero?

—No leas nada.

Jimin lo ayuda a recoger el montón de cartas. No debería ser físicamente posible meterlas todas en donde estaban. Al terminar Namjoon trata de ordenarlas para que entren, pero es totalmente inútil. Se resigna a tener que buscar otro lugar para ponerlas. Después de todo, Jimin ya sabe que están ahí y aunque él asume que el kisaeng desconoce de qué se trata, prefiere que estén resguardadas.

— ¿Puedo hacerle una pregunta?

—Adelante.

— ¿Por qué guarda en secreto toda la poesía que escribe o por qué tiene esas pinturas de mí ahí guardadas? —Namjoon se muerde el labio inferior, su expresión de espanto va aumentando—. No comprendo qué sentido tiene resguardar algo que le gusta.

—No se trata de—Se aprieta el puente de la nariz y bufa—. Escucha, no es ningún problema. Tan solo son dilemas que tiene que ver con ser consejero.

—Ah... entiendo—dice Jimin en voz baja—. Lo que venía a preguntarle realmente es si puedo salir a pasear por el pueblo.

—Siempre puedes salir ¿Qué diferencia hay ahora?

—Los nobles me ven un poco mal y no estaba seguro de sí es pertinente o no. Además de que dicen cosas... um...

Namjoon inclina la cabeza con gesto curioso ¿Qué pueden decir y como Jimin lo sabe? El tema sigue en un eterno misterio sin descubrir. Soo abre los ojos, causa que se vean gigantes, negros y brillantes. Una especie de ataque de cachorro.

—Puedes pedirle a algún sirviente de confianza que vaya contigo para evitar dificultades. Si de verdad te sientes demasiado inseguro por ello. —ofrece gentil y Jimin asiente, reverencia y marcha en silencio. Namjoon vuelve a tomar asiento y se enfoca en lo que debía desde el principio. Ya no tiene a Jimin frente a su estudio.

Ahí, bailando y distrayéndolo, provocando que quiera escribir al respecto.

Por horas y horas la casa se queda en silencio por la ausencia del kisaeng que pasea por Hanyang. Namjoon hace todo lo que tuviera pendiente, adelanta algunas otras cosas que ni siquiera estaban pactadas para hoy; organiza la mayor parte de su estudio y se detiene únicamente al notar las pinturas de Jimin. Son veintidós para este momento. El pintor se hará rico a costa suya.

Loyal Muse | NamMin || BOOK 2#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora