XXXVIII. Problemas en el paraíso personal

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—A veces creo genuinamente que la mala suerte te persigue de cerca.

—Igual que la gente que quiere asesinarme. A este punto me he resignado a que sea de esa manera hasta el día de mi verdadera muerte. —dice Jimin. Jin da una risita divertida. Es relajante y ameno poder hablar sin el temor de que algo grave los interrumpa.

Para Jin es sencillo percibir que Jimin ha cambiado. Ha crecido bastante a como lo recuerda. No solo llegar a la elegancia necesaria para estar metido en el palacio imperial, siendo kisaeng del emperador; también su forma de hablar y percibir la realidad ha cambiado. No obstante, Jin detecta un problema con esto: eso lo ha hecho cambiar para mal también. Jimin da la sensación de que es alguien mucho mayor. Quizá de veinticinco años y no los quince que de verdad tiene.

Está apagado, decaído y lejano a esa imagen tan tierna de niño juguetón que dejó atrás.

—Aun con ello no te has marchado.

— ¿A dónde iría? El cauce de mi vida me traído hasta aquí. Duela o no, lo sufra o no, lo entienda o no... debo estar aquí.

—Válgame, cuan obvio es que ahora vives con Namjoon. Antes jamás habrías hablado de esa manera—dice Jin risueño. Jimin se muestra avergonzado—. Quién sabe, quizá ese cauce sea uno muy feliz para ti, aunque aún no seas capaz de notarlo—opina el kisaeng asomado a la derecha. Jimin lo imita. Encuentra a Namjoon que se ríe por algo que Taehyung dijo y Jungkook los acompaña de cerca—. Después de todo, mis raíces surgieron en la mejor tierra que pude haber deseado.

— ¿Eres feliz con él? —pregunta Jimin.

—Sí. Muy feliz. Más de lo que fui con cualquier otro gibu o señor. —afirma Jin al instante y sin dudar. Jimin esconde el rostro tras su abanico cuando detecta la mirada de Namjoon encima suyo.

— ¿Cómo sabes que seguirá siendo así? Que si decide cambiar o irse.

Jin parpadea rápido y tarda un par de segundos en comprender a qué viene esa pregunta tan extraña. Suelta una risa nasal antes de que la tan usual venga a flote. Jimin hace puchero, cierra el abanico y le da un golpe suave con este. Abochornado ¿Por qué se burla? ¿Qué dijo de malo?

—A veces solo debes dejarlo al destino que haga lo suyo. Nada más y nada menos. Nunca sabes quienes se irán de tu vida—dice Jin con las manos en la cintura—. Así como tampoco sabes quienes se quedarán hasta el último día. Es un salto de fe a ese océano, a ese bosque, a ese desierto—repone sonriente y Jimin desvía la mirada hacia Namjoon que se acerca—. Lo mejor que tienes para hacer, es aceptarlo, abrazar el futuro, trabajar porque sea el mejor y esperar que eso rinda el fruto que deseas.

—Se nota que has pasado un buen tiempo de paz lejos—opina Namjoon uniéndose al par de kisaengs—. Antes no hablabas así en voz alta. Con lo encantadora que es tu voz. —resopla con decepción.

—Antes no se me apreciaba tanto por hablar. Si no cantar y bailar, no sé si lo recuerda, mi señor. —Excluye lo que fue más "apreciado" en este edificio exactamente.

—De todos modos, es una perdida. Me hubiera gustado escuchar más.

—Es un encanto. —aporta Taehyung con orgullo y alegría.

—Me gust- ¿Qué?

Jimin blanquea los ojos alejándose con el abanico abierto. Jin se ríe con diversión. Que no se note lo malacostumbrado que está Jimin a ser el único que recibe elogios y atención e Namjoon. Esto lo tomó fuera de base y causa más risas el que el consejero se vaya a toda prisa a perseguir a su kisaeng malhumorada. Jimin se mete en la habitación de Agust para impedir que Namjoon pueda alcanzarlo. El emperador que apenas despierta se abraza a la cintura del kisaeng con cabello azul y se deja peinar por el mismo.

Loyal Muse | NamMin || BOOK 2#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora