XL. Llegada de otros a la ecuación

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— ¿Te gusta? Jin y Tae lo enviaron por mi cumpleaños.

—Te queda encantador.

Jimin se recuesta ligeramente de Namjoon mientras se ríe, culpa de las ligeras cosquillas que le provocan los besos en el cuello y mandíbula. Namjoon lo suelta para dejar que se pueda terminar de arreglar. Estos últimos meses Jimin ha tenido una actitud más animada. Sabe que no es real, pero de alguna forma es más cercana a la que tenía de antaño. Una especie de reminiscencia o intento de volver a ser de esa manera. Cualquiera de las opciones le gusta y no va a quejarse por ellas.

. . .

—La gente habla muy bien de que decidieras festejar de forma tan enorme. Están felices de que vendrán artistas y esas cosas—comenta Jimin, desliza lentamente el peine de jade para peinar el cabello de Agust. El emperador dormita ligeramente—. Se preparan para asistir, para decorar sus viviendas, preparar comida y muchas cosas más. Hace mucho tiempo que no se encuentran así de complacidos y emocionados.

—Es solo un festival. —farfulla Agust.

Lo consideró buena idea porque su fama de emperador sanguinario y desalmado está fuera de órbita. Nadie se molesta en entender por qué se deshace de tantos nobles. Supone que no tiene capacidad de comprenderlo tampoco. Han surgido muchos nobles nuevos en el transcurso de estos años y a ellos los deja totalmente en paz. No tiene nada en contra de que surjan, se hagan ricos y pedantes a costa de prestar dinero, vender telas, adornos, porcelana, pinturas, tallados o comida que siembren en un territorio que les pertenezca. Eso está fenomenal.

Lo que no puede ni quiere permitir es que continúe el comercio de esclavos y de niños. La principal razón es porque es su acuerdo con China y Japón. Ellos están haciendo cumplimiento de su parte. No ha habido reportes de ataques en la frontera con China, solo más flujo de comercial e inmigración y no han habido reportes de ataques a pueblos para secuestrar médicos, artesanos y carpinteros. La segunda razón es por mero disgusto personal.

Comprende que los esclavos son humanos y a menos que sea por motivos de guerra, esclavizar gente sin una razón le parece tonto. No va a liberar o a cambiar el estatus de los que ya están, pero si evitar que les escupan a la cara y los traten como mierda. El tema de la venta de niños es que muchos se roban o asesinan a sus padres para venderlos a casas de kisaengs.

Por Jimin ha anulado eso.

Él se lo pidió y Agust lo aceptó.

—Los festivales alegran a las personas y una persona feliz y complacida le da igual que haga o deje de hacer su emperador. —dice Jimin. Empieza a trenzar la cabellera dorada y Agust entrecierra los ojos.

Sí, eso lo sabe de sobra.

Incluso si estuvieran muy mal, lo más probable es que tampoco hicieran nada.

La suerte es engañosa. Prefiere mantenerlos satisfechos.

—Quizá suceda algo bueno: te diviertes y sonríes un poco—bromea el kisaeng. Coloca con cuidado cuentas de jade para adornar los mechones de cabello—. Hace tanto que no lo haces que tú cara parece de porcelana. —Agust se ve un momento en el espejo.

—Sonríes mucho últimamente.

Jimin se ríe encogiéndose de hombros. Levanta del suelo y camina para abrir la puerta que da al jardín. Agust lo sigue hasta echarse en el suelo de pasto fuera. Jimin se inclina hacia él: su bonito y dorado emperador. La cabellera desperdigada sobre el pasto verde, ondulada en caminos de oro con jade incrustado.

—Pensé que tal vez así podré brillar de nuevo ¿No cree? Mi señor. —sonríe amplio y genuino. Agust lo ve unos segundos antes de que sus labios se curven en una delicada sonrisa. Sus ojos verdes y cariñosos enfocados en su kisaeng de cabello azul.

Loyal Muse | NamMin || BOOK 2#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora