XXXIII. El potencial para mucho más

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—Nunca hubo tal persona aquí.

Namjoon chasquea la lengua. Vale, al menos eso quiere decir que de verdad hace mucho tiempo no hay quien cumpla esa función. No obstante ¿Siquiera se sabía de ella? Está tan bien guardado el tema que parece casi imposible para nadie enterarse. De no haber revisado esas montañas de papeles viejos para saber que se puede tirar, no lo habría descubierto. A menos que sea algo que se funda en cada reinado. Es la única teoría que tiene de momento. Por accidente ve que Jimin circula por un pasillo.

—Lo ha estado llamando muy seguido, majestad— comenta Namjoon con deje curioso. Agust no dice nada—, pero no puedo evitar mencionar que no lucen muy felices por ello. Al menos no del todo.

— Está apagado.

Namjoon abre y cierra la boca. Una frase tan simple que le golpea en la cara con mil cosas más. Unas que no ha podido prestar atención por entrenar a Jimin en todo lo que necesita saber para continuar explotando su potencial: está apagado. Decaído, desmejorado, triste.

La mejor palabra para decirlo, es que sigue muy triste.

Tal como le dijo en su momento, es muy buen actor. Disimular y tragar su tristeza es inevitable. También muy propio de las kisaengs. Ellas no pueden exponer sus emociones, sus necesidades y deben sonreír gentilmente a quien sea su señor. Jimin es muy hermético. Rara vez explota y en todas le ha reclamado por no ser el mismo cuando puede decirse que es igual al inverso.

~ * * * ~

—Lo he visto estresado estos días, por lo que pedí organizar esto para que se relaje un poco, mi señor.

Jimin ignora que Namjoon lo ve muy seguido cuando tiene su tiempo libre y baile en compañía de la servidumbre de la casa; algún que otro niño de la casa de kisaengs que a cuela para verlo bailar. Es muy usual. Después de todo, su cambio de estatus hace obvio que debe dar espectáculos y es tan raro verlo en la casa de kisaengs que genera curiosidad, luego encanto con lo que hace últimamente ansia de volver a verlo.

Namjoon se permite esto por no despreciar el gesto y al mismo tiempo ¿Por qué no? Con las últimas revelaciones que ha tenido francamente necesita algo de distracción. Jimin usa un hanbok blanco y celeste. Ambos colores algo opacos que da una vibra muy tranquila junto a su cabello azul adorado con horquillas de perlas y detalles con jade.

Algunos kisaengs tocan instrumentos en compañía de los sirvientes de la casa. Jimin sostiene un abanico decorado con flores celestes. No existen, Namjoon lo mando a hacer para él. La tonada es muy tranquila.

Riendo en secreto, llorando en secreto,
me escondo, he pasado mi día haciendo esto.

Namjoon entrecierra los ojos. Que voz tan suave. Incluso si forma de moverse es muy leve. Movimientos cortos, elegantes y delicados mientras agita el abanico.

Hoy, tampoco, las palabras se pueden pronunciar,
he pensado en ello,
es difícil, es difícil, es difícil.

Frunce un poco las cejas y mira a un lado. Se da cuenta de que siguen una partitura y bien, está seguro de que es suya ¿De dónde la sacaron? La voz de Jimin lo distrae.

Acércate a mí cuando sientas que es difícil,
Sé cómo te sientes,
No importa qué tanto lo escondas,
Sabes que no puedes ocultarlo
Para que podamos sonreír juntos.

Sonríe de forma muy infantil con su rostro descubierto. Un gesto amplio y tierno con la cabeza inclinada. Namjoon sufre un escalofrío y ligeras ganas de llorar. Le hace pensar mucho a cuando eran niños. Que Jimin apenas aprendía a bailar e iba a enseñarle lo nuevo que había conseguido. El que mostraba discretamente que encontró alguna de las notas que le había dejado escondida.

Loyal Muse | NamMin || BOOK 2#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora