🌼17.-Volcán y vacaciones. 🌼

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No he podido dejar de pensar en eso

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No he podido dejar de pensar en eso. Desayuno; Nathaniel me tocó aquí. Camino al trabajo; Nathaniel me besó. Respiro; Beso, beso, beso, Nathaniel, Nathaniel, beso. Parezco un zombie, los clientes del restaurante ordenan su comida y yo los miro esperando a que me digan que van a ordenar.

—Ya le hemos dicho, señorita.

Y abro la boca, sorprendida, ¿Cuándo pasó?

—¿Podrían repetírmelo?

Y lo hacen, porque por lo general la gente del pueblo es muy amable. 

Me duele la entrepierna de tanto masturbarme, creo que empieza a ser un problema. Lo hago compulsivamente, como un adolescente enfermo que lo acaba de descubrir. Es como si me hubiera descompuesto, no puedo dejar de hacerlo, no miento cuando digo que estoy adolorida, de verdad. A veces me toco y siento un poco de dolor, como si me hubiera golpeado, pero aún así lo hago y cuando termino, con sus caricias en mi cabeza, lloro o me siento culpable. Me prometo parar, así que esta semana tengo prohibido tocarme o coger con alguien. Haré una excepción si es Nathaniel, pero lo dudo, no me habla, no me busca. Nada, es como si no existiera. Quizá por eso me masturbo tanto, es mi ansiedad saliendo a flote, mi culpabilidad matándome, pero ahora cambiaré eso por fumar, algo igual de dañino pero no tan notable y doloroso.

A partir de esta semana soy tan pura y casta como Nathani... bueno, como el papa. Aunque dudo que el papa sea casto. 

—¿Hoy qué haremos?—le pregunto a Archie mientras lee en la hamaca del porche, me mira confundido.

—¿Haremos?

—Necesito distraerme, por favor, soy un peligro para mí misma estando sola—le ruego. Él me mira y parece saber exactamente cuál es mi problema, se empieza a reír y dice:

—Recuerda que mi habitación está al lado de la tuya y puedo escuchar mucho de lo que sale de tu boca, créeme, nada me haría más feliz que pararas.

Me ofendo.

—Que bueno que lo escuches, así cómo yo lo escuché y sufrí durante toda nuestra adolescencia, no sólo contigo si no con Brendan y Eugene también. Lo que hago es luchar contra el patriarcado cada día.

—¿Es necesario vengarte del patriarcado cada día todo el tiempo? Porque créeme, no es lo mismo masturbarse casi compulsivamente siento adolescente que siendo una mujer de 26 años, solterona y rara.

—Tienes envidia de que puedo hacerlo tantas veces seguidas, señor 10 segundos.

—¡Te lo conté en la intimidad de una borrachera, no deberías de burlarte de eso!

—A estas alturas ya deberías de saber que los secretos no duran mucho dentro mío.

—Deberías de revisarte el brazo, porque se te está a punto de volver biónico.

EL FATÍDICO AÑO EN EL QUE ME ENAMORÉ DE UN SACERDOTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora