🌼19.- Karma y adiós. 🌼

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Día dos

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Día dos. 

Estoy flotando en la bañera, sintiendo el burbujeo de la bomba de jabón que me regaló mi madre para relajarme en el viaje, cuando escucho que tocan la puerta del baño. Me sobresalto y pregunto:

—¿Sí?

—Soy Robert, de verdad necesito orinar, apúrate por favor—ruega y escucho la risa de Phoebe.

Hundo la cabeza en el agua intentando quitarme el sonido de su voz de la cabeza y después me levanto, sintiendo la pesadez del agua, tomo mi bata, cubro mi cuerpo y abro la puerta. Él agradece a Dios y entra, yo ni siquiera salgo del baño cuando escucho el chorro de orina y un sonido de placer típico de cuando te aguantaste mucho y al fin puedes liberarte.

—Sé lo importante que son tus baños para ti, le dije que orinara en el fregadero pero no quiso, me dijo que era asqueroso y la verdad tiene razón—se disculpa Phoebe abrazándome.

—Me encontré con Bill en la estación de tren, venía de visitar a sus padres. Estaba muy guapo, como siempre, y me invitó a cenar—digo cambiando de tema.

—¿No estabas enamorada del sacerdote?—se ríe y yo suspiro.

—Él me odia, Bill parece realmente interesado, además lo amé mucho y...

—Lo engañaste dos veces, la última vez te descubrió engañándolo. Lo vio, ¡Te vio!

—¿De qué lado estás?—ataco y ella bufa.

—Sólo digo que no deberías de lanzarte a los primeros brazos vacíos que encuentres sólo porque un hombre no te quiere—responde alzando las manos inocentemente.

No le hago mucho caso y me arreglo en su habitación mientras escucho cómo Robert juega videojuegos con sus amigos online, sentado en aquel puff y gritando. ¿Cómo se atreve Phoebe a decirme qué hacer en cuestión amorosa si ella sale con un tipo así? El amor ciega, lo confirmo hoy. O quizá yo estoy tan enamorada de Nathaniel que cualquier hombre fuera de los límites de su piel me parece lamentable y poco atractivo.

Me imagino a Nathaniel sentado en un puff viejo, jugando videojuegos y gritando y aún así me siento atraída por él. El amor ciega. 

Bill me recoge en su auto. Está muy guapo en el traje que eligió para salir conmigo sin corbata. Me sonríe y yo a él. Me ayuda a subir y conduce por la ciudad porque se lo pido. 

Había olvidado cómo se veía la ciudad en auto por la noche. Los edificios pasando en cámara rápida, el aire entrando por la ventana, el tráfico, y de pronto pasamos por un puente, yo bajo la ventana y saco la mano, moviéndola con el aire. Él me relegó la música, así que escuchamos música que a mí me gusta, y eso me agrada. Por una vez tengo el control de lo que pasa, aunque sea una nimiedad. Me siento libre y contenta, no sé por qué. 

EL FATÍDICO AÑO EN EL QUE ME ENAMORÉ DE UN SACERDOTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora