🌼39.- Cumpleaños y confesiones 🌼

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Día de gracias fue increíble; Cenamos, hablamos, reímos, bailamos, bebimos

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Día de gracias fue increíble; Cenamos, hablamos, reímos, bailamos, bebimos. Incluso Eugene vino de Nueva York para quedarse por un par de días para también festejar el cumpleaños de mamá. Quise invitar a Nick, y de hecho lo hice, pero me dijo que no se sentía cómodo con la idea de conocer a mis padres:

—Es raro que un hombre de 48 años sea amigo de una mujer de 26. Me sentiría juzgado.

De todas formas le di la dirección y le dije que sería increíble si nos acompañase y no se quedase solo como todos los años desde que murió su esposa. Él me agradeció el gesto pero aún así no apareció.

Hoy es el cumpleaños de mi mamá. 

Me encuentro decorando junto a Archie  la casa de Felicity mientras escuchamos música y reímos. Él siempre me devuelve a la vida. 

Cuando empieza la fiesta todos felicitamos a mamá y ella llora de alegría y abraza a todos y cada uno de nosotros pero más a mi padre, que se encargó de la organización y compró muchísimos ramos de girasoles, las flores favoritas de mamá. Yo sonrío al verlos tan felices y me alegro de que ella haya tomado la decisión de elegirlo a él, porque es el mejor padre que haya podido existir.

Mis sobrinos organizaron una obra de teatro para ella como regalo además de cartas y dibujos, así que todos nos sentamos a verlos actuar la increíble y conocida obra "Mi súper abuela", y claro, el papel de mi madre lo interpreta Archie, que fue el productor de la obra. Por cierto, ya no tengo piojos, ¿Quién diría que ser adulta en realidad era un beneficio? Los piojos nos odian y no pueden crecer demasiado y eso es increíble.

Poco a poco, uno a uno de mis sobrinos leyó cualquier momento importante con mi madre y ella reía y lloraba. Yo dejé de poner atención a mis sobrinos y sólo la vi a ella; Brillaba. Sus ojos parecían estrellas brillantes en el cielo, y parecía que una luz sólo la iluminaba a ella. Su cabello rubio se movía con ella. Se tocaba el pecho mientras reía, con esos dientes frontales algo grandes pero perfectos que heredé, y se cubría la cara con una mano, suave y delicada, después apretaba la mano de mi padre y él la miraba igual que yo y los dos la amábamos tanto que creo que eso nos rompió porque empezamos a llorar despacito y en silencio, de orgullo.

EL FATÍDICO AÑO EN EL QUE ME ENAMORÉ DE UN SACERDOTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora