🌼44.-Promesa y Chicago.🌼

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Hablo con mamá con más calma, y no juzgo más

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Hablo con mamá con más calma, y no juzgo más. La escucho hasta que termina de contar toda su historia breve pero intensa de amor con el padre de Nathaniel y la abrazo con fuerza. Ella llora tanto que creo que se va a romper. 

—Perdóname—llora—Sé que me equivoqué y te herí.

—Mamá, debiste de haber sido egoísta, debiste dejar a papá y casarte con él.

—No podía, Agnes, no después de descubrir que te quería separar de Nathy. Nunca pondría mi felicidad por sobre la tuya, no a propósito. Además amo a tu padre, en serio. Lo que pasó con él fue una aventura, algo increíble que me sacó de mi rutina y me partió en dos pero sobreviví y soy feliz con tu padre, te lo juro.

La miro y asiento.

—¿Lo has ido a ver? ¿Sabes cómo está ahora?

Niega con la cabeza.

—Hace años no lo veo, sé que está enfermo por Nathaniel.

La llevo a visitar al padre de Nathaniel un par de días después. Él no la reconoce, pero ambos hablan como si se conocieran de toda la vida, supongo que son, de cierta forma, almas gemelas. Ella nunca le dice que antes se habían amado con intensidad y que casi habían sido marido y mujer, pero aún así lo abraza, dándole fin a ese ciclo y él acepta ese abrazo con una sonrisa en la cara y una dulzura que no reconocí como de nadie más que de mi madre, Emma y Nathaniel cuando era niño.

Nadie sabe cómo murió la madre de Nathaniel; Él nunca preguntó de niño, y mi madre tampoco le preguntó a su padre por respeto a Emma y su memoria, pero asumo que fue algo tan doloroso que él decidió no hablar nunca más de eso y cambió de una forma tan repentina que el corazón se le secó y el amor se le acabó incluso con su hijo. Y yo nunca entendería porque nunca había pasado por un dolor y una pena tan desgarradores como para no poder hablar nunca más de ellos, ni siquiera con el amor para mi vida y con mi propio hijo. No podía entenderlo, porque no era mi dolor, ni mi vida.

En mi tiempo en el pueblo quise dejar de juzgar lo más posible. Aprendí mi lección. Quizá nunca sería una persona completa, con todas las respuestas y la más realizada, pero estaba cerca de eso, cada día más y más. Y soy feliz con ese crecimiento. 

EL FATÍDICO AÑO EN EL QUE ME ENAMORÉ DE UN SACERDOTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora