OPHELIA ANDERSON.
(capítulo editado)- ¿Quien es este? - señale al chico que estaba cerca de Saiki haciendo tonterías.
- Nendo - respondió - un idiota.Solté una risita al verlo fastidiado con tan solo la presencia del antes mencionado. Al perecer Nendo puede fastidiarlo con facilidad.
Este tal Nendo y yo nos llevaremos muy bien.
Unos gritos a nuestra espaldas me hizo girarme para saber el contexto de lo sucedido.
En al piso había un chico de labios raros completamente inconsciente, a su al rededor había más alumnos.
Nendo se separó de Saiki y corrio hacia el labios raros, cuando llegó con el le proporciono unos buenos golpes pero al no obtener respuesta alguna decidió darle respiración de boca a boca.
- Desde aquí parece que se están besando - murmuré y pude ver a Saiki asentir.
Un profesor se acercó a nosotros con prisa - ¡Saiki y tú! - me señaló - ¡lleven a Takahashi a la enfermería!
¿Takahashi? ¿Así se llama?
Saiki se limito a obedecer caminando fuera del gimnasio para ir a la enfermería, yo lo seguía y detrás de nosotros venía Nendo con Takahashi en brazos.
Cuando llegamos Takahashi salto de los brazos de Nendo y corrio hacia el grifo de agua completamente horrorizado.
- ¡¿Por qué me besaste?! - le pregunto a Nendo.
- ¿No sé supone que estabas morido? - pregunté.
- Así no se dice - recalcó Saiki.
- Usted cállese - ordene y el solo me miró sin alguna expresión.
- ¡Claro que no! - respondió Takahashi mi pregunta y trago mucha agua - solo lo hice para salir de la ceremonia de ingreso.
Ah sí, por si no lo había mencionado hace unos minutos estábamos en la ceremonia de ingreso, normalmente está suele hacerse el primer día de clases.
Pero por cosas del destino, este año decidieron hacerla un día antes, o sea, que oficialmente mi primer día comienza mañana y no hoy.
La puerta se abrió de golpe dejando ver al profesor de hace un rato, el cual se veía bastante enojado.
- ¿Que tú qué? - pregunto el y de la nada su cara y voz me parecían escalofriantes.
Takahashi entro en pánico y dijo la primer boludes que se le vino a la mente - ¡Saiki y Nendo me obligaron! - fingió llorar y luego me miró - ella también me obligó.
- Ni te topo - le dije - además todo esto es mentira, ninguno de los que estamos aquí te conocemos.
El se hizo la víctima una vez más - ¿Lo ve, profesor? - me señaló de forma acusadora - ahora finge ser inocente y me culpa de todo.
El profesor me miró acusador e inmediatamente me ofendí - ¡Eso no es verdad! ¡estas violando mis derechos! - golpeé una mesa que estaba cerca - ¡exijo un abogado!
¿Que tanto puedes perderte en tan solo cinco minutos? la respuesta es "mucho".
Pues no sé cómo ni mucho menos el porque, pero ahora se llevan a Takahashi en una camilla camino al hospital.
Y detrás de el va Saiki haciéndole segunda, pues también va en una camilla.
Corrí y me acerque a Saiki quien ni siquiera me miró - No te preocupes, vas a estar bien - sonreí - después de todo eres muy guapo para morir - lo subieron a la ambulancia y desde afuera grite - ¡solo no sigas la luz!
(...)
Al final decidí ir por Saiki al hospital.
Pero cuando iba a medio camino me lo encontré, por lo que no hizo falta ir hasta el hospital y hacer todo un papeleo para verlo.
- ¿Quieres gelatina de café? - pregunté parada frente a un restaurante.
- Si - respondió y asentí, ambos nos adentramos en aquel restaurante y nos sentamos en la mesa más cercana.
Nos atendió un chico que parecía estaba a punto de pegarse un tiro.
- Bienvenidos a la cafetería Mami - dijo y abrió una libreta pequeña - ¿van a ordenar?
- Me das dos gelatinas de café, porfas
- el soltó una risita - ¿que es tan gracioso?- Nada - respondió el - creo que de todos los clientes eres el único que pide algo por favor.
- Que cool - sonreí con incomodidad - ¿cuando estará lo que pedí?
El pareció reaccionar - Ah, si, la orden - se rasco la nuca nervioso - voy por ella.
Camino lejos y me gire hacia Kusuo - ¿Jugamos a los datos curiosos?
- No.
- Ni siquiera sabes de qué trata el juego - recriminé.
- No es como que me interese.
- Igual te voy a decir de qué trata - sonreí cuando ví su cara de fastidió - no es muy difícil, básicamente trata de contar un "dato curioso" de si mismo.
El chico que nos atendió llegó con ambas gelatinas y las dejo sobre la mesa, después de esto se fue a atender a otros clientes.
- Dato curioso sobre mi - dije y comí una cucharada de gelatina de café - mi cabello cambia de color, cuando era más pequeña mi cabello era...
- Blanco - interrumpió Saiki.
Lo mire extrañada - De echo si, ¿cómo sabes?
- Adivine.
- Es algo raro pero bueno, como ya lo dijiste, cuando era pequeña mi cabello era blanco, ahora es gris y tengo la teoría de que cuando sea mayor mi cabello será negro.
Mi pasatiempo favorito es fastidiar a Saiki Kusuo, ¿cuál es el pasatiempo favorito de Saiki Kusuo?
La respuesta es: ignorarme.
- ¿Algún dato curioso sobre ti? - pregunté.
- Odio los bichos.
- ¿Le tienes miedo a los bichos? - me burle pero al instante me puse sería - yo también.
(...)
Me detuve frente al perrito y me agache a su altura para que no asustara.
Saiki se detuvo y me miró - ¿Que haces?
- Mi madre dijo que me había perdido unas seis veces - le recordé - en realidad no me perdía, solo que me tardaba demasiado acariciando a todos los perritos de la calle.
- Algunos podrían morderte.
- Ya se - respondí y el perrito se acercó un poco a mi - pero no quiero que alguno se sienta mal porque los acaricié a todos menos a el.
El no dijo nada, di un paso más hacia el perrito y este me olió para después aceptar mis cariños de buena manera.
Después de unos minutos el perrito simplemente se fue y me puse de pie, Saiki aún seguía ahí mirándome.
- Creí que te habías ido.
- Necesito saber si quieres que mañana te acompañe a la escuela.
- Si, me harías un gran favor.
- Como sea - comenzó a caminar lejos de mi y sonreí como una tonta.
¿"Cómo sea"? ¿Esa es su frase para ligar?
Porque está funcionando, ese idiota con lentes y pelo rosa me trae loca<3
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OPHELIA | Saiki Kusuo.
Fanfiction𝐎𝐏𝐇𝐄𝐋𝐈𝐀 | ❝ Ophelia Anderson jamás fue considerada una chica normal o simple. Pues su energética personalidad no se lo permitía. Sin evitar mencionar la velocidad en la que creía enamorarse, o lo terca que podía llegar a ser. Es por eso que c...