Bianca
Ya había pasado lo peor. El colegio se acercaba al receso de invierno y los profesores ya nos habían evaluado, así que poco quedaba para hacer.
Eran días en los que se va a la escuela solo para calentar el asiento, pero no estaba como para gastar mis inasistencias, me tocaba ir.
Al menos veía a mis amigos.
Sí, yo tampoco podía creer estar pensando así. Yo, Bianca, el ser más frío y solitario del universo, ahora tenía amigos.
Jaz estaba empezando a salir con este chico Felipe, técnicamente mi compañero de trabajo, y no paraba de habar de él a toda hora. Nos tenía la cabeza un poco limada a Mila y a mí, pero la queríamos y soportábamos con estoicidad que nos describiera una y otra vez la ropa que llevaba puesta en su última cita.
Entre eso y el humor de perros que se gastaba mi amigo, me estaba aburriendo por las tardes.
Mila ya nunca quería quedar.
Decía que salía cansado de la peluquería y quería quedarse en casa, así que si nos veíamos, era solo para estar en silencio. Yo pintando, él con su cuaderno de anotaciones y nada más.
Con esa rutina tan nefasta, no me había quedado otra que aceptar el ofrecimiento de mi padre de ir varias veces a la semana a cuidar de Dante cuando no tenía que ir al estudio a tatuar.
El crío prefería estar conmigo que con su niñera, y eso no dejaba de hacer gracia.
A saber la cantidad de pasta que le pagaban a la chica que parecía de lo más calificada para la tarea, y yo iba con mis tatuajes y montones de anillos, y el chiquitín se divertía el doble.
Tal vez fuera porque lo dejaba ver horas de televisión mientras yo me echaba en el sillón con el celular en la mano, pero eso no se los diría nunca.
En eso estaba, de paso esperando a que se calentara el puré nauseabundo que le cocinaba Carlota en el microondas, cuando me sonó el celular.
Sonreí viendo aparecer la cara de mi chico en la pantalla. Estaba tecleando algo en su computadora, así que aproveché para dedicarme solo a observarlo. Era guapísimo.
Con su barbilla afeitada, ese hoyuelo en la mejilla y esos ojos azules, era para mí, el chico más lindo.
—Hola, bebé. – dijo con una sonrisa sexy que me hizo tener cosquillas por todas partes. —Estaba terminando de comprarte los pasajes.
—¿Ya los sacaste? – pregunté sobresaltada. El tiempo se había pasado volando y me parecía que habíamos discutido mi visita a Córdoba apenas unos días atrás. Probablemente habían sido semanas en realidad.
—En siete días tenes que viajar, quise ser precavido para conseguir buen lugar en el avión. – tragué en seco. Sí, habíamos decido que viajaría en avión. Era una hora de viaje y no perderíamos tiempo que podíamos aprovechar estando juntos.
Claro que cuando lo habíamos hablado todo parecía tan lejano, y ahora que la fecha se me había venido encima, no podía evitar sentirme de lo más nerviosa.
No solo porque me aterraba la perspectiva de tener que volar, nunca lo había hecho... Pero además de todo lo que ese viaje significaría. Mierda.
—Siete días, wow. – dije, dejándome caer en el sillón que tenía cerca. A mi lado, Dante se reía de mi dramatismo como si yo fuera un jodido payaso. Le saqué la lengua para que se riera todavía más y Thiago rio del otro lado de la pantalla, enternecido por las carcajadas de mi hermanito.
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2 - Perdón por las mariposas, y las lágrimas
Ficção AdolescenteSinopsis Bianca tiene que repetir su último año de escuela por su pésimo desempeño académico y comportamiento, mientras Thiago cumple su sueño de convertirse en jugador de fútbol profesional. La distancia y la falta de comunicación se suman a otros...