Capítulo 13

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Thiago

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Thiago

Miré el celular con bronca.

No había visto los mensajes de Bianca de hacía horas, y seguramente si ahora quería responderle, estaría en el colegio, así que de nuevo nos desencontraríamos.

Suspiré lleno de frustración y me sequé el cabello con una toalla, sacudiendo distraído el fleco del frente.

Nos habían despertado a primera hora para correr y entrenar, me sentía exhausto y todavía no era ni el mediodía. Las épocas de concentración previa a los partidos importantes de la temporada siempre eran así, y ya me habían advertido mis compañeros con más experiencia, una vez me acostumbrara, entraría al ritmo y no me costaría.

Sabía que jugar al futbol de manera profesional era trabajo duro, pero nunca me había imaginado la cantidad de sacrificios que tendría que hacer.

Ahora por ejemplo, estaría de hotel en hotel por unas semanas mientras jugábamos y si pensaba que con Bianca mudándose a Córdoba se acabarían nuestros problemas, me había equivocado muchísimo. Habría momentos en que esto sería siempre una relación a distancia por más que no quisiera, porque así estuviera cerca, no podría dedicarle tiempo que no tenía.

Las horas se pasaban entre entrenamientos, reuniones de equipo, sesiones de fisioterapia, masajes para estar a punto y los miles de controles a los que teníamos que asistir para asegurarnos que estábamos en forma y sanos para jugar.

Eso sin contar con los partidos en sí, que eran varios días previos encerrados con nadie más que los jugadores, pensando solo en las jugadas. Solo en lo que el director técnico había dicho.

¿Cómo iba a hacer para que funcionara con Bianca? Si llevábamos así solo unos meses y ya notaba las fricciones... Las peleas...

Arrojé la toalla al suelo con mal humor y me acosté en la cama mirando el techo, echándola de menos.

Desde que tenía memoria jugar al fútbol había sido mi sueño, y darme cuenta ahora de que no era todo lo que pensé que sería, estaba dejándome una sensación horrible en el estómago. Culpa, arrepentimiento y miedo.

Terror, más bien.

Terror de que en un futuro tuviera que elegir entre mi carrera como futbolista o tener una vida.

Me froté el rostro con las dos manos y miré mi celular otra vez.

En el chat de Bianca, más arriba, me había dejado una seguidilla de fotos para cuando la extrañara. Estaba todo el tiempo mandándome este tipo de fotos...

En ellas siempre estaba posando. Mirando a la cámara con sus enormes y hermosos ojos verdes y una sonrisa malvada que siempre hacía cuando me veía perder el control. Le gustaba volverme loco, y lo hacía seguido.

Sonreí al ver una en la que estábamos juntos.

La habíamos sacado en mi última visita a su casa, después de pasarnos horas... Uf. Me pasé una mano por la frente, de repente acalorado, recordando lo que había sido esa tarde. Amalia se había pasado horas fuera y nos había dejado la casa para nosotros solos.

2 - Perdón por las mariposas, y las lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora