Capítulo 42

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Bianca

Una arcada violenta fue lo que me despertó al día siguiente.

Corrí hacia el baño para vaciar mi estómago mientras todavía con los ojos medio cerrados, recordaba vagamente que horas antes había salido con mis amigos.

Me lavé los dientes entre quejidos, con la cabeza a punto de estallarme. Maldita resaca.

Tuve el tiempo justo de secarme las manos en la toalla antes de que una Jaz que entraba con el mismo apuro que yo hacía unos instantes, me empujara para vomitar también.

Genial.

Jadeaba entre arcadas y toses, así que me agaché para ayudarla y sostenerle el cabello, porque aunque nunca había tenido una amiga de verdad, eso era lo que tenía que hacer una en estos casos. ¿No?

La chica negaba con la cabeza, con la frente perlada de sudor, haciéndole prometer que nunca dejaría que volviera a beber. Y yo por dentro me reía, porque esas eran las palabras más dichas en toda la historia.

Qué pésima influencia tenía sobre ella, por favor... La mejor alumna de los dieces y la asistencia perfecta, estaba ahora casi recostada en las baldosas de mi baño, lamentando la noche de descontrol que había tenido.

Me mordí el labio pensando que mis noches de descontrol habían sido siempre más salvajes, pero no pensaba llevar a mi amiga por ese camino. Ni siquiera cuando salía con Mila perdía los papeles. Podía tomar unos tragos, fumar muy de vez en cuando algo más que no fuera tabaco, pero sacando eso, para mí se habían acabado las fiestas de perder la consciencia. Todo lo contrario, y de hecho me sorprendía ese día encontrarme tan descompuesta, porque lo cierto es que apenas había bebido, y mi cuerpo solía tener más resistencia.

Supongo que estaba empezando a perder la costumbre... Eso era algo bueno, dentro de todo y sacando las náuseas.

Una vez más decentes, nos habíamos vuelto a acostar. Mi cama era grande y ya la había compartido con Thiago, que era bastante más alto y grande que mi amiga, así que apenas me daba cuenta de que estaba allí a mi lado.

De no ser porque cada vez que me giraba para su lado, me tragaba medio millón de cabellos rubios, lo hubiera olvidado; pero ella parecía de lo más cómoda.

Lo suficiente como para que durmiéramos casi todo el día, y nos despertáramos atontadas y confundidas al atardecer, por su celular que no paraba de sonar.

Yo me había arrastrado para prepararnos café y algo cargado de calorías para volver a la vida, mientras ella hablaba ilusionada con Felipe, que preocupado porque no le respondía los mensajes, quería saber si estaba bien. Al parecer con solo un llamado no había terminado de quedarse tranquilo, porque horas más tarde, lo tenía instalado en la cocina de mi casa, poniéndole caritas a mi amiga que se derretía con sus sonrisas.

Le había llevado unas donas con un vaso de cartón alto que tenía su café favorito. Ese que salía una fortuna, y que había tenido el detalle de comprar para mí también.

Puse los ojos en blanco.

Ok, tenía que aceptar que el chico parecía bueno. Y no solo lo digo porque el cold brew con doble crema dulce estaba para morirse... Hmmm... había ganado muchos puntos.

 había ganado muchos puntos

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2 - Perdón por las mariposas, y las lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora