Como cada vez que pasaba un rato con él, el tiempo volaba. Llevábamos riéndonos por cualquier pavada, y para cuando miré la hora en mi celular, ya tenía que volverme a mi casa.
Le hice señas a mi amigo, que más remolón se estiró antes de ponerse de pie del todo, sacudiéndose la tierra de sus pantalones negros, y pasándose los dedos por el cabello de manera distraída. Lo tenía largo.
A mí usualmente no me gusta el cabello así de largo, pero tenía que admitir que el chico lo sabía llevar. Aunque a nuestra directora le pareciera desprolijo o que tenía aspecto de estar sucio, puedo asegurarles que no lo estaba. Siempre olía a champú y era bastante más suavecito que el mío, sin tener que estar poniéndose ni la mitad de mierdas que yo compraba para mantenérmelo, como cremas de peinar, enjuagues y máscaras nutritivas. La vida es así de injusta, qué puedo decirles.
—Gracias por quedarte un rato esperando. – dijo, encogiéndose de hombros al mismo tiempo. Como si le costara tener que estar agradeciendo algo, y necesitara inmediatamente restarle importancia.
—No es que estuviera muy ocupada. – asentí y él hizo lo mismo en silencio. Ok, los dos estábamos pensando que irme a mi casa a estar con mi novio, probablemente sí era tener algo en lo que ocuparme, pero ninguno lo dijo. —Ahora, si me dejas que te de un consejo; deja de faltar a educación física. Creeme que no es una de las materias que quieras llevarte para rendir en el verano.
—No me voy a llevar educación física. – se rio burlón. —¿Quién se la lleva?
—Los que faltan. – respondí algo ofendida, alzando el mentón. Me la había llevado más de una vez.
—Está bien. – cedió, ayudándome a recoger mi mochila y sacándole la tierra también. —Gracias por el consejo, mamá. Ya no voy a faltar.
Le enseñé el dedo medio y me di vuelta para emprender camino.
—Insoportable. – mascullé y escuché que le hacía gracia.
—Pero te gusta pasar tiempo conmigo. – se jactó orgulloso y yo no lo pude contradecir.
—Lo mismo puedo decir de vos. – retruqué. —Te saco de quicio, pero te encanta.
Asintió alzando un hombro.
—Es fácil hablar con vos. – comentó y ya no bromeaba. —Te gustan cosas que a mí también, y venimos de lugares parecidos.
—Tenemos las mismas fobias sociales y esto de prestar atención en el colegio, no se nos da muy bien. – agregué.
—Somos igual de creativos. – siguió enumerando y yo me hice la que dudaba.
—Yo no iría tan lejos, aunque lo que escribís supongo que no está tan mal. – bromeé. —Nada comparado con mi arte.
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2 - Perdón por las mariposas, y las lágrimas
Fiksi RemajaSinopsis Bianca tiene que repetir su último año de escuela por su pésimo desempeño académico y comportamiento, mientras Thiago cumple su sueño de convertirse en jugador de fútbol profesional. La distancia y la falta de comunicación se suman a otros...