20. Patillas hace de mediador

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Tratar con un anciano enojado nunca es algo fácil, y eso Saúl lo sabía perfectamente. Después de ser vistos por Bonifacio en una situación comprometedora, el mayor no paró de decirle que debía respetar su espacio y respetarse a si mismo, pues estar con alguien solo porque lo trataba bonito nunca tenía buenos resultados.

—¿Que te piensas? ¿Que te quiere mucho y te va a llevar a París? Pues no, Saúl —le dijo Bonifacio a su nieto, mientras éste le sobaba los pies con crema hidratante.

—Ya te dije que no estábamos haciendo nada —repitió Saúl. Para ese punto ya había perdido la incomodidad, pero sus ganas por aclarar la situación continuaban—. Estábamos hablando, nada más.

—¿Y te crees que ese viejote nada más quiere saber cómo te fue en tu día? —cuestionó el mayor. Saúl rodó los ojos.

—Abuelo…

—¡Te lo digo por tu bien! —exclamó Bonifacio, poniéndose otra almohada bajo la cabeza para más comodidad— Y echame más crema, que no te la estoy cobrando.

Los regaños y charlas de Bonifacio no terminaron al caer la noche, tampoco a la mañana siguiente, ya que fue el mismo Bonifacio quien se encargó de levantar a Saúl, con el fin de recordarle que no hiciera nada indebido.

Al haber empezado su día más temprano de lo normal, Saúl aprovecho el tiempo extra para iniciar el siguiente capítulo en su historia. Había muchas personas interesadas en la vida de Matt y Salma, así que él no los podía dejar con la intriga.

Para ese punto de su historia, Salma había conocido a los padres de Matt, los cuales la rechazaron en un inicio debido a sus bajos ingresos, pero ambos enamorados había mostrado que nada ni nadie lograría separarlos, ni Epifanía, quien en un inicio gusto de Matt y pensó en atraparlo bajo sus redes. La pobre no contó con que Matt solo tenía ojos para Salma, por lo que su misión fracaso.

Mientras escribía una escena en la que Salma sacaba a pasear a Kisaki, su perro fiel, tomó una pequeña pausa.

Su historia iba bien, eso le decían sus lectores, pero sentía que le faltaba algo, algo sumamente importante que no podía faltar en ningún buen libro de romance.

¡Claro! No he puesto suficiente drama.

Con la nueva idea en mente, Saúl se puso a orquestar una escena en la que Salma terminaría hospitalizada porque la atropellaron, justo en el día que Matt le pediría matrimonio, cosa que haría sentir mal a Matt por no haber estado allí para evitar la tragedia, llevándolo a pensar que él no era digno del amor de la hermosa Salma.

Eres un maldito genio, Saúl. Vamos directo a las ligas mayores.

La parte favorita de su historia sin duda era el personaje de Matt, siendo también la principal razón por la cual su obra comenzaba a tener público, ya que a todo mundo le gustaba imaginarse dentro de una relación con una persona increíblemente atenta y romántica, capaz de cualquier locura con tal de hacer sentir bien a su persona amada.

—Ah… —soltó al verse en el reflejo de su teléfono. Levantó un poco la cabeza para no seguir marcando papada— ¿por qué nadie me quiere así de bonito?

—Porque cocinas puro huevo —le contestó Iker, parado justo a su lado.

Saúl no se dió cuenta de su presencia con anticipación, pero eso no le impidió regañarlo con la mirada.

—Hago lo que puedo —aclaró Saúl, apagando su teléfono para ponerse de pie—, no es mi culpa que no haya más cosas en la alacena.

—Hoy hay cereal —informó Iker, viéndolo desde abajo—, ¿puedo desayunar cereal? Yasuri lo compró ayer.

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