La radio hacia sonar las mejores canciones de desamor para señoras, sirviendo como inspiración para Saúl, quien barría con emoción la cocina.
Ya había preparado el desayuno, lavado la ropa, limpiado su cuarto, lavado los baños, solo le faltaba uno que otro detallito de su hogar para poder echarse cómodamente a seguir escribiendo su fantabulosa historia.
Se había hecho un par de colitas para que el cabello no le molestara mientras hacia sus quehaceres, eso sumado a que llevaba un mandil y sandalias con calcetines, lo hicieron sentir como un perfecto amo de casa.
Solo le faltaba tener que escuchar quejas de niños pequeños y estresarse por lo alta que les llegó la factura de la luz, además que enojarse con su pareja porque nunca pasa tiempo con su familia.
—¡Papá! —exclamó Iker, con emoción, bajando las escaleras.
Saúl se vió obligado a apagar la radio para poder ponerle toda su atención a Iker, quien corrió hasta donde estaba, y una vez frente a él, comenzó a dar brinquitos de la emoción.
—¡Ya casi es mi cumpleaños! —mencionó el menor, imaginándose en medio de una fiesta como las que veía en las películas.
El rubio lo miró dudoso, espero a que Iker dejara de gritar y preguntó:
—¿Tú cómo sabes cuándo es tu cumpleaños?
—El abuelo lo marcó en el calendario para que yo pudiera ver cuándo era —explicó Iker, sonriendo con la misma emoción de antes—. Ya sé lo que voy a querer para mí cumpleaños.
Esas últimas palabras se clavaron en el corazón de Saúl. No se sentía preparado para explicarle a Iker que, otra vez, no podría tener ningún regalo, pero debía hacerlo antes que el infante comenzará a hacerse ilusiones que no se podrían cumplir.
Se agachó a la altura de Iker, lo tomó de los hombros e intento sonreír de forma agradable.
—¿Que? Yo no hice nada, fue Lady Muffin. Yo lo ví —soltó Iker, creyendo que su tío estaba por regañarlo.
—Iker… —comenzó, con gran dificultad— tal vez no lo recuerdas, pero, en tus otros cumpleaños no te pudimos hacer nada, y dudo que éste año sea diferente.
La expresión de Iker decayó por completo, pero en lugar de verse como un pobre niño triste al borde del llanto, entrecerró los ojos, se cruzó de brazos y frunció los labios.
—Pues dile a Mark que me dé un regalo —dijo, como si fuera la solución más obvia.
Esa era una buena salida. No ir a pedirle un regalo a Mark, sino pedirle una pequeña ayudita para, al menos, comprarle un pastel a Iker.
¿Cómo era que no se le ocurrió antes?
El cumpleaños de Iker era el diecinueve de Diciembre, y apenas estaban a quince, por lo que estaba al tiempo justo para pedirle un pequeño préstamo a su amigo.
En el poco tiempo que se conocían, Mark había demostrado que no era alguien que se preocupara por gastar mucho, de hecho, parecía tener efectivo de sobra todo el tiempo, cosa que Saúl no podía explicarse, pues Mark también parecía tener mucho tiempo de sobra como para ser alguien dedicado al trabajo.
No le había preguntado en ningún momento a qué se dedicaba, o si era que realmente tenía algún trabajo o su madre le daba dinero cada fin de mes solo por existir.
En fin, la fuente de ingresos de Mark no podía importarle menos en esos momentos. No tenía tiempo para preguntarse si su amigo era un mantenido o un narcotraficante, en su lugar, debía comenzar a preparar lentejas: Sí, lentejas.
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Dums in love!
Fiksi RemajaHay ocasiones en las que el trabajo no te permite desarrollarte en algunas áreas de tu vida y, en el caso de Saúl, su trabajo es ser amo de casa. Cuidar de su sobrino de apenas tres años, preparar la comida y mantener su hogar impecable son algunas...