El humor de Saúl ciertamente había ido en picada a lo largo de la mañana.
Se había levantado mucho más tarde de lo usual y, sino hubiera sido por Iker, se habría olvidado de preparar el desayuno.
El rubio tenía muchos sentimientos encontrados, pues desde la primera vez que chocó miradas con Mark su estado de ánimo se volvió alto mucho más irregular, pero lo sucedido en su supuesta pijamada fue algo que simplemente lo había descolocado.
¿Que era eso de echarlo a las tres de la mañana, cuando están haciendo una pijamada? Una apuñalada en el gaznate le habría dolido menos.
Saúl estaba en tan mal estado emocional que ni siquiera quiso ir a la tienda por la barra de mantequilla que necesitaba para preparar panqueques, cosa que indignó a Iker.
-¡Dijiste que hoy harías panqueques! -le recordó Iker, mientras Saúl sacaba un plato con sopa de la nevera- Yo no quiero sopa -expresó su descontento.
-Iker, cuando la amistad más larga de tu vida te eche de su casa a la mitad de la madrugada; entenderás que desayunar sopa no es lo peor que te puede pasar.
Saúl hizo oídos sordos al gran número de quedas de Iker, quien no dejaba de jalarlo por una esquina de su camisa, tratando de volver a ganarse su atención.
Ninguno de los esfuerzos de Iker fueron suficientes para evitar que Saúl encendiera la estufa y pusiera a calentar la sopa en una olla pequeña.
-Yo no voy a comer -exclamó Iker, soltando finalmente a Saúl para cruzarse de manos.
-Tienes que comer.
-No quiero sopa.
-No está mala, la hice hace unos días -trató de convencerlo, pero Iker solo volteó el rostro en otra dirección-. Iker, no estoy en condiciones de salir.
-No estás enfermo. Puedes salir a la tienda -soltó Iker, frunciendo el entrecejo y frunciendo los labios en una mueca de molestia-. Solo no quieres salir porque te da flojera.
-Iker, estoy triste. Obvio que todo me da flojera.
-Papá, tú me dijiste que ibas a hacer panqueques -volvió a recordarle, mirándolo con clara molestia-. ¡Me diste tu palabra!
-Las palabras se las lleva el viento.
Iker dió un fuerte pisotón, y con las manos hechas puños se dirigió a la mesa de la cocina, en donde había un par de billetes que Yasuri dejó por si necesitaban algo. Saúl miró a su sobrino. Soltó un suspiro cansado al verlo dirigirse a la puerta principal.
-¿Que vas a hacer, Iker? -le preguntó Saúl, siguiéndolo a paso lento- ¿Planeas fugarte y sobrevivir con el dinero que dejó tu mamá?
-Voy a ir por la mantequilla -informó Iker, abriendo la puerta con algo de dificultad-, y cuando regrese; vamos a hacer los panqueques.
-La tienda está cruzando la carretera. No voy a dejar que vallas -sentenció Saúl, sin ocupar más que una mirada seria para evitar que Iker saliera por la puerta.
-Ya estoy grande.
-No, no lo estás. Tienes tres años...
-¡Casi cuatro! -lo interrumpió.
-Apenas ayer te measte en la cama, Iker, claro que no puedes cruzar solo la carretera -le recordó, teniendo que volver más firme su tono de voz.
Iker frunció el ceño nuevamente. Saúl creyó que ya habría ganado, pero Iker salió corriendo lo más rápido que sus cortas piernas se lo permitieron.
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Dums in love!
Novela JuvenilHay ocasiones en las que el trabajo no te permite desarrollarte en algunas áreas de tu vida y, en el caso de Saúl, su trabajo es ser amo de casa. Cuidar de su sobrino de apenas tres años, preparar la comida y mantener su hogar impecable son algunas...