23. Un retoque de tinte te reinicia la vida

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En esa preciosa mañana, Corina sentía que lo tenía todo. Su esposo acababa de llegar para pasar todo el día junto a ella y Mark, y le emocionaba la idea de contarle a Aleksander todos los cambios que su pequeño estaba haciendo.

—¿Ya está grabando? —se preguntó en voz alta, teniendo la cámara de su teléfono grabando la puerta del cuarto de Mark— Bueno, mi niño me pidió que lo levantara temprano todos los días. Ahora mismo son las siete de la mañana y voy a dejar inmortalizado en video como lo levanto todos los días hasta que él se despierte por su cuenta.

Sin más, abrió la puerta con su mano derecha y se dirigió hacia la cama de Mark a paso lento. Lo único que se podía ver en dicha cama era un bulto enorme tapado con una gran cobija.

A Corina se le escapó una risita al recordar cómo, hace muchos años, levantaba a sus hijos para que fueran a la escuela y era Mark el que siempre le causaba más problemas. Lo daría todo para volver a esa línea del tiempo.

—Chamaco, levántate —le habló Corina con voz risueña, dándole pequeñas palmaditas a lo que creyó que era el brazo de su hijo menor.

La mujer retrocedió un paso y sintió que su alma abandonó su cuerpo por unos instantes al ver que la cabeza que salió de la cobija no era de su hijo, pero rápidamente recuperó la calma, pues se trataba de Saúl.

—¿Qué horas son? —cuestionó Saúl, con los ojos cerrados y sin tener idea de en donde estaba.

—Es muy temprano, lo siento —se apresuró a disculparse la mayor, pues cuando Saúl se quitó toda la cobija de encima pudo ver qué Mark lo estaba abrazando. No quería interrumpir ningún momento íntimo, así que fue a paso veloz hacia la puerta—. Cuando Mark despierte le dices que llegó su papá, por favor.

La mente de Saúl todavía no estaba en condiciones de recibir ninguna indicación, por lo que se volvió a tapar con la cobija y le correspondió el abrazo a Mark al sentir frío. Para desgracia de su comodidad, Mark si había logrado escuchar con claridad las últimas palabras de su madre, por lo que se sentó y comenzó a pasarse las manos por la cara en un intento por despertarse del todo, alarmando a Saúl de paso.

—¡¿Que pasa?! —preguntó Saúl, al casi caerse de la cama por todo el movimiento que hizo Mark al bajar de ésta.

—Hay que irnos —indicó Mark, sacando de su clóset un par de calcetines.

—Pero tengo sueño —casi chilló Saúl. Normalmente dormía hasta que Iker lo levantaba, un cambio así de brusco en su rutina estaba por volver loca a su cabeza soñolienta.

Mark tomó asiento al lado del rubio para ponerse sus zapatos, y una vez que estuvo más tranquilo, pensó en como explicarle a Saúl que no quería estar en ningún lugar en donde estuviera su padre.

—¿Ya estás más despierto? —le preguntó Mark, cuando se sintió listo para explicar. Saúl asintió a la vez que extendía sus brazos y bostezaba— Cada que quiere, mi papá viene y pasa todo el día conmigo y mi mami, pero no lo quiero cerca, así que, ayudame diciendo que tenemos planes y debemos salir ahora mismo.

—¿Que tiene de malo tu papá? También te abandonó —preguntó Saúl. Sabía que se estaba metiendo en un tema sensible, pero creía tener esa confianza con Mark.

—Algo así —dijo el contrario, colocándose su zapato derecho—. Digamos que tiene una vida doble pero no es un secreto para nadie.

—Su otra familia —atinó Saúl. Recordaba que Mark había mencionado algo parecido de manera vaga en Navidad. Mark asintió, tomando su otro zapato.

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