Cuando el día de Navidad llegó, Saúl esperó desde temprano al lado de la puerta de su casa, esperando una sola cosa: Una sandía.
El rubio no había olvidado cuando hablo con Patillas y decretó que el amor de su vida le llevaría una sandía en Navidad. Ya había llegado ese día, solo faltaba que llegara su tan esperada sandía.
No le había dicho nada relacionado a nadie, pues quería que eso siguiera siendo solo un acuerdo entre él y las fuerzas del universo.
Por favor, que a Mark se le ocurra comprar sandías y el muy generoso me traiga una. Universo, te lo ruego.
Se escuchó que alguien tocó la puerta. Saúl se levantó en seguida, se pasó las manos por el cabello y, después de aclarar la garganta, abrió la puerta.
La expresión de Saúl se oscureció al ver quién estaba al otro lado de la puerta.
—Traigo su pedido —le dijo un hombre bastante desaliñado. Era el tío de Patillas, llevando consigo una caja con diversa fruta, entre ellas, una sandía.
—¿Que? ¿Por qué usted? —soltó Saúl. No quería creerse lo que estaba viendo. Eso debía ser una broma cruel del universo— Señor, ¿por qué me trae frutas?
Saúl era consiente que siempre se había sentido atraído por personas mayores a él, pero eso ya era demasiado, ¡el tío Nacho rondaba los cuarenta años!
—Es para la señorita Yasuri. Ya lo pagó —explicó el mayor, esperando a que Saúl tomara el encargo. Tenía muchas otros encargos esperando ser llevados a su destino, no podía quedarse a escuchar preguntas absurdas del amigo de su sobrino.
—¿Para Yasuri?
—Sí.
El tío Nacho no espero más, y le entregó la caja a Saúl, quien volvió a poner los pies en la tierra cuando se encontró cargando dicha caja.
Cuando el mayor se fue, Saúl pudo respirar con tranquilidad, no solo porque tuvo en claro que esa sandía no era para él, también fue porque al tío Nacho si que le olía a patas.
Dejó la caja con fruta sobre su mesa, al lado del regalo para Iker. No tenían pino de navidad, así que Yasuri había puesto los regalos sobre la mesa.
Se dispuso a seguir esperando a que el amor de su vida se apareciera con una sandía, pero los gritos de Iker lo detuvieron.
—¡Ya es Navidad! —exclamó el infante, corriendo escaleras abajo.
—No corras, te vas a caer y matar —le advirtió Saúl, pero Iker solo pudo prestarle atención a los regalos que había sobre la mesa.
En cuanto Iker estuvo frente la mesa, se subió a una de las sillas para agarrar con facilidad los regalos, aunque solo uno tenía su nombre.
—Ese es para el abuelo —le aclaró Saúl a Iker, al ver cuál regalo había tomado.
—Ya está viejito, se va a cansar si lo abre —aseguró Iker, rompiendo el papel de regalo, después abrió la caja—. Que chafa, le trajeron camisas. Ésto no le sirve para nada.
—Según tú, ¿que le pudo servir? —cuestionó Saúl, tomando la caja con su nombre.
—Pues pañales, para que no se pare de la cama cuando quiera ir al baño —respondió Iker, con obviedad.
Saúl abrió su regalo, sonriendo al ver qué era un cambio de ropa. La mejor camiseta que tenía era una con estampado de dinosaurios, y estaba algo cansado de tener que usarla casi todos los días.
—¿Que te regalaron a ti? —le preguntó a su sobrino, mientras éste abría la caja de su regalo.
—¡Un dinosaurio! —exclamo Iker, con alegría, viendo un pequeño peluche de dinosaurio panzón.
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Dums in love!
Fiksi RemajaHay ocasiones en las que el trabajo no te permite desarrollarte en algunas áreas de tu vida y, en el caso de Saúl, su trabajo es ser amo de casa. Cuidar de su sobrino de apenas tres años, preparar la comida y mantener su hogar impecable son algunas...