30. Dulce natural

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El frío se había hecho más que presente con la llegada de Diciembre, pero, al ser Navidad, no detenía a las personas de hacer sus compras de última hora.

Saúl se paseaba por su nuevo departamento envuelto en una suave cobija en compañía de Patillas, mientras que Mark estaba en el supermercado, rodeado de un mar de gente.

Tal y como Mark lo había planeado, logró irse a vivir a un pequeño y cómodo departamento en el centro, y claro, lo compartía con Saúl. La compañía diaria del otro resultó ser mucho más reconfortante de como lo imaginaron.

—¿Seguro que no les voy a incomodar? —le preguntó Patillas a Saúl. A pesar de estar ahí presente, todavía no estaba seguro de ser el mal tercio en Navidad.

—Seguro, Patillas. Eres parte importante de ésta familia —respondió Saúl, sonriéndole al pasar por la cocina, en donde semanas atrás estuvo lleno de cajas.

Un maullido agudo les llamó la atención. Patillas les regaló al mudarse un pequeño gato de dos meses, lo había encontrado en la calle y no pudo escojer para él un mejor hogar que con sus amigos. Era un gato pequeño y gris, al cuál Saúl nombró Mechones.

—¿Que tienes, Mechones? —le preguntó Saúl al pequeño animal que caminó directo a sus pies— ¿Quieres jamón? —El gato volvió a maullar.

—Uy, tal vez extraña a su otro papá —aseguró Patillas, al tiempo que Saúl cargaba a Mechones para ponerlo sobre la barra—. ¿A dónde fue Mark?

—A comprar tanta fruta como pueda —respondió, sobando la cabeza de Mechones—. Se propuso a dejar por completo todo lo que tenga azúcar procesada, pero se está volviendo adicto a las frutas. Se acabó su último melón anoche, así que tuvo que salir hoy a comprar más.

—¿Se inquieta en la noche y suda mucho? Mi papá fue drogadicto, y cuando se puso en abstinencia sudaba horrible y temblaba todo el tiempo —comentó el menor, tomando un boul de la lacena—, después se volvió adicto a la comida y le entregó su vida a Jehová. ¿Crees que le pase lo mismo a Mark?

—Creo que solo se volverá adicto a las frutas.

Ambos amigos comenzaron a preparar la que querían que fuera su mejor cena de navidad. Sólo serían ellos tres, Lady Muffin y Mechones, por lo que solo tendrían la ayuda del otro en la cocina, sin contar a los diversos tutoriales que vieron en internet.

Al poco tiempo Mechones terminó dormido sobre un guante de cocina y el par de amigos pudo seguir con su trabajo.

Saúl todavía no se acostumbraba a su nuevo hogar. Al inicio le pareció muy extraño el no despertarse por los gritos de Iker, en su lugar, se despertaba con el ruido de su alarma y, en lugar de abrazar a su almohada, estaba enganchado a Mark, al que el molesto ruido del despertador no le podía quitar el sueño; ya no se levantaba para prepararle el desayuno a su sobrino y limpiar su casa a profundidad, al contrario, se preparaba un café y daba inicio a sus clases en línea. Cuando caía la tarde, preparaba la comida y veía películas junto a Mark, ya no esperaba a que llegara su abuelo del trabajo y que éste le obligara a sobarle los pies.

Su rutina no se parecía en nada a la que tenía junto con las personas que lo vieron crecer, pero le gustaba.

—¿Te conté que entré a un sitio de citas? —habló Patillas, al tiempo que partía naranjas. Saúl le prestó por completo su atención— Creí que Yasuri, ya sabes, tu hermana, tenía sentimientos por mi, pero me hice ilusiones sólo. La invite a Salir; me dijo que ella buscaba una pareja, no otro hijo.

—Yasuri siempre ha sido alguien difícil para las citas, no le gusta nadie.

—Pero es super bonita. Su ojos, su sonrisa, su cara de pan, seguro que Afrodita y ella son iguales —comentó Patillas, sonriendo. Su sonrisa se torció cuando, al recordar el rostro de Yasuri, notó que era prácticamente el mismo que el de Saúl— Ah... olvida lo que dije.

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