¡No me jodas, Baji! || Baji Keisuke x OC

Capítulo 31: Natural.

[ BAJI ]

Había sido una noche bastante movida, creí que todo terminaría mal, pero resultó que pasó todo lo contrario. ¡Al fin pudimos arreglarlo! Ahora mismo estábamos en casa, todos comenzamos a subir las escaleras. Miya tomaba mi brazo mientras avanzábamos y yo le dediqué una mirada. Todos entraron a sus respectivos cuartos, ella iba a hacer lo mismo, pero tomé su mano.

—No vayas ahí, quédate conmigo hoy —le pedí en voz baja.

Ella negó con la cabeza en una sonrisa y terminó entrando a la habitación conmigo. Puse el seguro en la puerta y le sonreí de oreja a oreja.

—Tengo que ir por mi pijama —me dijo señalando la puerta.

—Tengo una horrible camisa de Black Sabbath que ya has usado antes —le recordé.

Sus mejillas tomaron color, se sentó sobre la cama y le di justamente esa playera, la misma que utilizó la primera vez que estuvo aquí. Ella sustituyó su atuendo por aquella camisa de Black Sabbath y yo no pude evitar pensar en lo bella que era. Por mi parte, utilicé una pijama a cuadros y subí a la cama. Miya comenzó a recostarse de manera que me dio la espalda, yo me eché a su lado y rodeé su cintura con mi brazo.

—¿Estás cansada?

—Algo —dijo ella—, de verdad fue una noche de muchos acontecimientos.

—A mí casi me da un paro cardíaco —me burlé, ella comenzó a reír junto conmigo.

—Ay, Baji —se giró para mirarme—. Te estuve odiando por momentos hoy, realmente creí que Shizu y tú estaban en medio de algo.

—Mentira, tú me odias siempre —le respondí—. ¿Sabes? De verdad pensé que me ibas a odiar toda la vida por ese malentendido, ya sentía el látigo de tu desprecio.

—Es bueno que se haya aclarado todo —me sonrió y volvió a girarse para darme la espalda—, de no ser así, probablemente estaría pasándomela muy mal ahora.

—¿Entonces puedo decir que al final yo gané?

—Eso quisieras —soltó una risa—. Dime una cosa, ¿cuánto tiempo llevas compitiendo conmigo?

—Bastante... Aunque tú las ganaste todas antes que yo —le informé.

Pasé mi mano por su cabello de manera que su nuca estaba ahora al descubierto para mí. Su aroma volvería a quedarse impregnado en la tela de mi almohada, eso era algo que quería. Planté un beso en su nuca y la sentí estremecerse ligeramente contra mí.

—Miya, ¿voy a despertar mañana sin que estés aquí justo como hiciste en Navidad?

—¿Quieres que salgamos juntos por la mañana y nos hagan un millón de preguntas?

—No me molestará contestarlas esta vez —le dije—, pero quiero que te quedes aquí conmigo.

Ella se giró de manera que ahora podía verla de frente, era preciosa. ¿Por qué el hecho de verla en mi habitación potenciaba lo increíble que lucía? Realmente no quería que se fuera nunca, me podría quedar así con ella todo el día y toda la noche.

—¿Qué pasa?

—Me tienes hecho un idiota —le dije.

—Idiota ya eras —soltó en respuesta mientras soltaba una carcajada.

—Tú eres la idiota —no pude evitar reírme con ella—. ¿Sabes lo que me encanta tu risa?

Ella se quedó mirándome, yo contemplé a detalle cada rincón de su rostro. Pronto noté que sus mejillas tomaron color al estar viéndonos fijamente, yo le dediqué una sonrisa burlona.