2. Hermanos Haitani.

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—  Ya me perdí

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—  Ya me perdí.

Detuvo su caminar observando a su alrededor, había muchos edificios nuevos y con arquitectura moderna. Aún reconocía algunos viejos edificios por su estructura pero tenían color diferente o ventanas nuevas incluso algunos parecían ser iguales, lo que le hacía difícil orientarse.

Viendo el mapa de su teléfono era más fácil y agradecía eso. Según ella ya estaba en calles conocidas, pero se equivoco completamente. Llevaba aproximadamente cinco minutos parada viendo su teléfono y eso habían notado unos sujetos dentro de un callejón, así que decidieron salir.

— Oye, linda. ¿Estás perdida? — No hubo respuesta, ni siquiera los volteo a ver. — Muñeca, te estoy hablando.

—  Podrías intentar ligar en otra parte intento concentrarme. — Habló sin mirarlos.

— Esta perra. — Ya bastante molesto se acercó a ella intentando tomarla del brazo pero (___) sólo dio dos pasos hacia atrás.

—  Creo que ya se donde es. — Murmuró guardando su teléfono ignorando a los sujetos. Solo eran cinco y claro que podía con ellos tenía bastante experiencia gracias a cierto chico pelinegro, al cual le gusta quemar autos.

Hace dos días habían quemado algunos y también cuidado de algunos gatos. Era una lástima que no estuviera aquí, seguramente el se habría divertido golpeándolos mientras ella revisaba la dirección.

—  Miren que tenemos aquí. Una perra que necesita aprender a comportarse. — Todos rieron incluyéndola a ella.

—  Así es, debes aprender a no molestar a las chicas. Perra. — Reclamó dándole un puñetazo en la nariz.

Ese sujeto había quedando aturdido y antes de que pudiera reaccionar lo golpeó de nuevo. Recordó todo su conocimiento en peleas elevando su pierna dándole en la mandíbula. A ella le gustaba terminar las cosas rápido, por lo que había aprendido a noquear gente con sus piernas gracias a su lindo amigo rubio. Después de aquel potente y certero golpe esa bestia cayó al suelo, los demás hombres se quedaron estupefactos al ver a su líder siendo derrotado por una chiquilla.

— ¡Maldita perra! ¡¿Acaso sabes quien es?! — Uno de ellos estaba más que alterado viendo a su amigo inconsciente.

—  Basura.

— ¡Mocosa! ¡Golpeaste al líder de todo Roppongi! — Grito exaltado por el enojo.

—  Mentira. Alguien tan débil no... — Dejo al aire sus palabras recordando a su querido amigo pelinegro, quien un líder muy conocido y respetado a pesar de no tener mucha fuerza física.

—  ¿Qué pasa ya te dio miedo? — Comentó burlonamente. Pero sólo recibió una negativa por parte de la chica.

—  Ahora que recuerdo, ¿No eran unos hermanos a los que les gustaba romper huesos?

ONE SHOTS || TOKYO REVENGERSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora