Interrogatorio.

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Matsuzo soltó un largo suspiro, llevando su mano a su sien, masajeando para intentar librarse del fuerte dolor de cabeza que lo atormentaba.

—¡Mi hijo no es ningún asesino!  —gritó golpeando la mesa con su puño, llamando la atención de los demás clientes de la cafetería donde se encontraba.

Varias personas voltearon disgustados y algunos comenzaron a susurrar entre ellos.

—Matsuno-san mantenga la calma —habló una mujer, sentada en la silla frente a Matsuzo—, comprenda la situación por favor.

—Esto es ridículo. —bufó.

—Gracias a usted pudimos llevar a cabo la operación —habló la mujer, en un intento de tranquilizarlo—, lo único que podemos hacer para agradecerle es llegar al fondo de este caso por su hijo.

—Pues háganlo —dijo, comenzando a decaer su enojo para convertirse en preocupación—, encuentren a mi hijo por favor.

La oficial asintió, con su rostro serio e impasible miró a su compañero, quien le asintió de vuelta.
Cuando ambos se levantaron, el sonido de una llamada llamó su atención de todos los presentes.
La mujer sacó su celular y contestó, llevando el dispositivo a su oído.

—Ya lo hemos hecho, señor —habló mientras terminaba la llamada—. Encontramos a Matsuno Jyushimatsu.

[ . . . ]

Ichimatsu esperaba en la sala de espera del hospital junto con Todomatsu y Karamatsu, los tres observaban el tiempo pasar hasta que el ruido de la puerta abrirse llamó su atención.

Choromatsu, quien salía con su característico rostro serio, los miro un momento cuando el trio se acercó a él.

—Solo falta esperar al interrogatorio. —avisó relajando su ceño.

—No lo entiendo —habló Todomatsu—, ¿Qué necesidad de contar otra versión sí él no fue? 

—Los estamos ayudando —contestó Choromatsu, acomodando los guantes de cuero que siempre llevaba—, no estamos haciendo nada malo.

Todomatsu, inconforme con la respuesta, soltó un largo suspiro y cruzó sus brazos por encima de su pecho.

—¿Podemos verlo ya? —preguntó Ichimatsu, con un poco de prisa.

—Me temo que no—contestó una voz ajena, provocando que todos voltearan observarla—, agradeceríamos que se abstengan de visitar a su hermano hasta que la investigación concluya. —habló la mujer, enseñando su placa de policía.

—Estábamos preocupados —contestó Choromatsu, con un ceño más arrogante—, usted misma, señorita Bushida, sabe que lo habían secuestrado, y como sus hermanos necesitábamos comprobar que estaba bien.

—Ahora que ya lo comprobaron, nos lo llevaremos a la comisaría. —dijo Bushida, pasando a través de los hermanos para llegar al a habitación junto con su compañero, un hombre bastante tímido que se limitó a hacer una reverencia para saludar.

Cuando ambas personas entraron, pasó un momento antes de que salieran con Jyushimatsu, quien movía sus manos esposadas incómodo. Él miró con una leve sonrisa a sus hermanos, en un intento de tranquilizarlos, y ellos se la devolvieron, por excepción de Ichimatsu. 

—¿Estará bien? —susurró Ichimatsu, preocupado. 

—No te preocupes —respondió Karamatsu, dando una palmada en su espalda—, está en buenas manos. 

Hitsuyō - Osomatsu-sanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora