Despertar.

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Sett había hablado de cosas raras. Sucesos extraños y completamente fuera del mundo de Jyushimatsu. Aunque últimamente él se sentía fuera de su propio mundo, y desde el reencuentro lo estaba notando. Primero para bien, y luego para mal, pero ahora era para muy mal.

No sabía que intercambiar un par de palabras con sus hermanos perdidos lo dejaría involucrado en una pelea de gangsters, y de haberlo sabido probablemente habría reconsiderado el entablar una relación con Karamatsu. Pero ya estaba metido en esto, y con su nuevo amigo hundido en el mismo fango pensaba que tal vez no estaba tan mal.

Sin dejar de lado que ahora no era el mismo, quería seguir cambiando y para eso necesitaba a Sett a su lado. 

[ . . . ]

Todomatsu se sorprendió al ver su casa vacía, sin señales de Ichimatsu. Luego de todo ese tiempo esperaba verlo enojado, o triste, o por lo menos furioso, pero no fuera de casa. Ichimatsu no es alguien especialmente social y no conocía a alguien lo suficientemente cercano a él como para sacarlo de casa, así que no tenía idea de su paradero si tampoco respondía sus llamadas.

Mentira, tenía una, pero no sé atrevía a pensarla.

Jimmy salió de la cocina extrañado por el vacío del apartamento y miró a Todomatsu preocupado.

—¿Dónde se habrá metido?

—Ya lo llamé, no debería tardar en regresarme la llamada —respondió mirando su móvil, ansioso.

—Ichimatsu no desaparece porque si, no le des tantas vueltas.

—No lo hago, pero me preocupa que esté con él.

Jimmy se acercó y rodeo con su brazo sus hombros, apegando su cuerpo al suyo.

—Tu padre no le hará daño —dijo mientras miraba un cuadro viejo colgado en una pared—. Ichimatsu es más fuerte de lo que crees.

—No él —dijo negando, sintiendo un mal presentimiento.

El mayor guardó silencio, y apretó ligeramente su agarre.

—Con los hermanos Tougou.

[ . . . ]

La luz de la habitación cegó a Osomatsu, quien colocó lentamente sus manos en sus ojos mientras se acostumbraba lo suficiente, hasta que pudo observar bien al hombre frente a él.

Era el rostro de su hermano. Aunque era diferente al que recordaba, lo miraba más cansado o quizá más maduro. Pero en ese preciso momento no era relevante, pues lo único que le llegó a la mente fueron los destellos de un arma y su caída, luego nada. Sintió su pulso acelerarse, alarmado.

La luz de repente desapareció luego de escuchar la cortina ser movida, sacándolo de un corto trance, e intrigado volteó, cruzando mirada con Karamatsu, de nuevo.

Se mantuvo así hasta que la fuerza volvió a él y le permitió moverse ligeramente.

—¿Karamatsu? —logró vocalizar al poco rato, con una voz cansada y ronca, cómo si no hubiera hablado en años—. ¿Dónde...?

—En un momento llegará el doctor, te lo explicaré cuando llegue —se limito a responder, con una mirada afligida.

—¿Explicar qué? ¿Qué sucedió? —al intentar reincorporarse sintió entumecido su cuerpo—. ¿Por qué estoy... aquí? ¿Qué es esto?

No pudo evitar quitar la aguja en su muñeca conectada a una intravenosa, y dejarse caer a un lado con la esperanza de reunir fuerzas para levantarse. Sin embargo, eso no sucedió y solo se dejó caer en la esquina.

Hitsuyō - Osomatsu-sanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora