Venganza

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La sangre escurrió del abdomen de Osomatsu, presionó la herida en su costado con su mano libre y con la otra apuntó su arma vacía a la oscuridad. No pudo evitar saltar exaltado cuando escuchó pasos acercarse. No tenía mucha ventaja en esta situación, estaba seguro que la bala había golpeado en un mal lugar, la cantidad de la sangre que escurría de su costado no era normal y la única razón por la que seguía despierto era por la adrenalina corriendo por su sistema.

El lugar era tan silencioso que podía escuchar su corazón latir con fuerza, el sonido de su respiración agitada también rebotaba por las paredes del oscuro callejón donde había sido acorralado.

—Maldito bastardo... —maldijo cuando la luz de la luna iluminó el rostro de su atacante—. Te mataré.

Solo escuchó una risa cínica.

—¡Que gracioso! Observa a tu alrededor, Osomatsu. Morirás.

—¿Esto? No es nada —Osomatsu rió lentamente—. Soy el rey, ¿lo olvidaste? Incluso si tengo que regresar de la muerte, me aseguraré de llevarte al infierno conmigo. 

Ah, que charlatán —respondió apuntando el arma a su cabeza, justo entre sus cejas—. Este es el adiós.

[ . . . ]

Osomatsu abrió sus ojos, despertando de su sueño. Estaba en el auto en camino de regreso a su hogar, al parecer se había quedado dormido en el camino.

—Charlatán ¿eh? —susurró mientras soltaba un largo bostezo. 

—¿Despertaste? —preguntó Karamatsu, quien manejaba el auto—. ¿Tuviste una pesadilla?

—No —negó con una sonrisa—, era un recuerdo.

—Ah ¿si? ¿Con qué soñaste?

Osomatsu pensó un momento mientras cruzaba sus brazos. 

—Con alguien a quién voy matar —respondió llevando sus manos detrás de su cabeza, adoptando una posición cómoda.

—Entonces era un buen recuerdo.

—Sí, así es.

[ . . . ]

Una ola de dolor invadía el pecho de Todomatsu, era tan densa que estaba seguro que podría ahogarse en su tristeza. Su corazón todavía no asimilaba la ausencia de Jimmy, aun esperaba que Jimmy apareciera por la puerta y lo abrazara, borrando toda su angustia. Claro, era imposible que sucediera. Quizá si no hubiera muerto de esa forma, el recuerdo de su rostro no sería tan doloroso. 

Durante el funeral, caminó en piloto automático. Ni siquiera prestó atención cuando las personas comenzaron a susurrar tras sus espaldas al verlo, muchos hicieron muecas de asco, otros prefirieron ignorar su presencia, de cualquier forma a Todomatsu no le importaba. Ya nada importaba.

Terminó el funeral y Todomatsu salió a paso lento, sus ojos, fijos en el suelo, carecían de cualquier brillo que alguna vez haya existido en su mirada. Eran los ojos de un muerto.

Su mente comenzó a divagar, pensamientos intrusivos comenzaron a llenar su cabeza. Se preguntaba cómo iba a vivir ahora, cómo se supone que encontraría paz en su existencia, o si alguna vez la encontraría.

Chocó su hombro con el de un hombre desconocido, murmuró un "lo siento" antes de seguir su camino.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz que sonaba energética, pero que venía de un rostro que denotaba lo contrario; ojos caídos que mostraban tristeza y lucían unas ojeras que la respaldaban.

Hitsuyō - Osomatsu-sanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora