Futuro.

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Choromatsu dejó caer su cuerpo en el asiento trasero del auto y apretó sus labios.

Había miles de pensamiento cruzando por su mente ahora, las emociones fluyeron en cuanto le dieron la noticia y su mente no estaba en el presente, sino en el pasado y en la incertidumbre del futuro.

Michi, su secretario, no despegó su ojos ni cuando cruzaron miradas. Siempre le sorprendió su valentía, o quizá sea arrogancia, pero él era el único capaz de sostener un juego de miradas y mantener su compostura pulcra. Por eso le agradaba.

Y a la vez, lo odiaba.

—¿Algo que decir? —preguntó luego de un rato.

—¿No tiene miedo? —soltó, encendiendo las alertas en Choro, quien levantó una ceja esperando una explicación—. A Osomatsu-sama.

—Ya no le tengo miedo —respondió en un suspiro.

—¿Y a su padre?

Un frío silencio invadió el auto, mientras el ruido del ambiente era lo único que evitaba que perdiera la paciencia.

—Si te refieres a que si temo que me quiten el puesto, la respuesta es no —contestó, sin mover sus ojos de los suyos—. No soy tan débil como piensas, Michi, aún no he terminado con esto.

El hombrecito giró levemente su cabeza, dejando lucir una sonrisa radiante y extensa, mostrando unos pocos dientes antes de apretar sus labios intentando reprimirla.

—Lo sé, me lo ha demostrado muchas veces—respondió llevando su mano a sus labios—. Por eso estoy a su lado.

[ . . . ]

—Me dijiste que estaba de vacaciones, ¿Por qué no querías decirnos la verdad?

—La situación es complicada, no quería... Que lo conocieran así.

—Entonces, creías que no iba a despertar.

El apretó sus labios, desviando su mirada a un lado.

—Llevaba un año sin reaccionar, no quería albergar esperanzas vacías.

Ichimatsu guardó silencio, esperando que siguiera hablando, pero eso no sucedió. Observó su rostro pensativo y sus labios sellados, sin intención de extenderse.

—Escucha, prácticamente somos extraños, no hay necesidad de que me tengas que explicar nada si no quieres. Si no fuera porque tenemos el mismo rostro, nunca nos hubiéramos cruzado, será mejor que me vaya...

—¡No es eso! Yo quiero que ustedes lo sepan, pero... —calló apretando fuertemente sus labios, mirando sus ojos.

—¿Pero? —continuó, arqueando una ceja.

—Si lo saben, él... —pausó, respirando profundo antes de continuar—. Quedarán involucrados en nuestros asuntos, y eso es lo último que quiero para ustedes.

El silencio volvió, y está vez más pesado. A Ichimatsu le daba curiosidad, pero no quería meterse en los asuntos de gente que acaba de conocer. Aunque aún no contaba con que ya estaba dentro.

—Bien, pues no tenemos nada más de lo que hablar —sentenció enfadado, dándose la vuelta.

Karamatsu no lo detuvo, lo miró alejarse y suspiró.

—Lo siento.

Ichimatsu maldijo en lo bajo con sus manos en sus bolsillos, mientras caminaba a la salida.

[ . . . ]

Los rumores se extendieron rápidamente, los susurros se hacían cada vez más constantes, ruidosos, y eso comenzaba a convertirse en una molestia.
Choromatsu no dudó en reemplazar a las enfermeras, doctores y personal de limpieza que constantemente estaba en su hogar, para que finalmente cerrarán la boca.

Hitsuyō - Osomatsu-sanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora