Michi suspiró cuando la última línea del libro que leía terminó, cerró la novela con la que se deleitaba y la dejó en la pequeña mesa a un lado de su cama. Había estado en el hospital desde el ataque, su recuperación iba bien y su cuerpo cobraba fuerza con cada día que pasaba. Su fuerza siempre fue evidente, por eso, odiaba cuando las memorias de esas noches de tortura lo perseguía en sus sueños, recordándole cada momento de dolor y humillación, robándole toda su fuerza.
La puerta se abrió repentinamente, Michi brincó del susto, pero se tranquilizó cuando Choromatsu apareció en el umbral de la puerta y entró.
—¿Cómo te sientes? —preguntó él, adentrándose en la habitación de hospital.
—Bien, gracias por preocuparse —agradeció haciendo una ligera reverencia—. No hace falta que me visite, pronto podré regresar a mis actividades.
—No, lo hago porque quiero —respondió restándole importancia con un gesto—. Prefiero tenerte cerca.
Michi lo miró extrañado, pero su presencia lo reconfortaba, o al menos el recuerdo de él llegando a la escena para salvarlo lo hacía. Talvez su mente, al ver llegar a una cara conocida en un momento así, lo asoció a un sentimiento de paz y alivio.
—No estás descansando —dijo observando las ojeras bajo sus ojos, que cada vez se resaltaban más.
—Tengo dificultades para dormir —respondió sorprendiendo a Choromatsu mirándolo fijamente.
Otra persona podría decir que en sus ojos había lástima, pero Michi conocía muy bien a Choromatsu, y sabía que tal sentimiento en él no existía. Por lo que ese pesar al mirarlo era...
—¿Pesadillas? —preguntó desviando su mirar y tomando la novela que anteriormente había dejado en la mesita.
—Sí —asintió apenado—. Prefiero evitar dormir solo.
Choromatsu abrió la novela y la ojeo hasta llegar al capítulo uno.
—Pues duerme ahora —ordenó leyendo la novela—. Yo estaré aquí.
Michi estuvo a punto de negarse, pero la propuesta era tentadora.
—Gracias, Choromatsu-sama —agradeció y se acomodó en la cama.
Cerró los ojos y respiró profundamente.
Temía a la oscuridad, un miedo infantil y avergonzante, pues la noche traía consigo recuerdos de aquellos toques indeseados en su cuerpo, en su alma. Pero esta vez era diferente, pues poco después de cerrarlos escuchó a Choromatsu pasar las hojas de la novela, recordándole que él estaba ahí. No le extrañaba que era constante, pues conocía lo hábil que era él leyendo. Poco a poco se convirtió en una melodía tranquilizante, que lo incitó a caer en los brazos de Morfeo.Su respiración tranquila dejo en evidencia el momento en el que cayó dormido, cuando Choromatsu lo notó levantó la mirada y observó sus facciones delicadas, su cabello castaño oscuro y las cicatrices que ahora brillaban en su blanca piel.
Ahora que pensaba en ello, nunca se había dado el tiempo para observar con detalle su rostro, se había habituado tanto a su presencia que esos pequeños detalles los había pasado por alto. También era extraño verlo en esa forma tan vulnerable, pues siempre se presentó como un hombre pleno, frío y elegante, daba la impresión de que podría apuñalarte sin necesidad de un cuchillo. Pero ahora, estaba tan indefenso... Que le daba rabia.
No era exactamente un aliado de la justicia, pero en el momento que entendió lo que le habían echo no pudo evitar arder en furia.Su celular vibró en su bolsillo, él se levantó y se alejó de la cama un par de metros antes de contestar.
—¿Si? —respondió con una voz moderada.
—Tougou-sama, tenemos a su hombre —habló Vin, al otro lado de la línea—. ¿Qué desea que hagamos con él?
—Jueguen con él un rato, preparen todo para mi llegada.
—Como desee. Jyushimatsu va a estar esperando hablar con usted.
—¿Jyushimatsu? ¿Qué quiere? —preguntó extrañado.
—Es el chico nuevo del que le habló Sett —respondió—. Ah, ¿No se lo dijo?
Choromatsu guardó silencio.
—Bien, hablaré con él luego —y colgó.
Pensó un momento, recordando a ese chico brillante que conoció. Fue una noticia inesperada, mentiría si dijera que no estaba sorprendido, pero ya estaba hecho.
Al final, él tenía razón. Los hermanos caían en desgracia.
—Se lo dije —suspiró, guardando su celular y regresando a la silla.
[ . . . ]
La oscuridad de la habitación había hecho que el hombre, atado de pies y manos, perdiera su noción del tiempo. No sentía su garganta, pues después de tanto gritar había perdido la voz, pero ¿Quién podría culparlo? Le habían cercenado su dedo índice sin ningún tipo de piedad.
Maldijo con la poca voz que tenía mientras se retorcía en el suelo con furia, iba a vengarse, de todo y todos los que habían ocasionado su sufrimiento.La puerta de la habitación se abrió repentinamente, con una luz blanca que cegó sus ojos. En medio de esa luz, una figura masculina apareció, pero él no fue capaz de reconocer a quién pertenecía.
—Vaya, que montón de mierda estás hecho —dijo el hombre, con un tono burlón —. Quien lo diría, te atraparon fácilmente, ¿Realmente eres el líder del Seikei? Casi parece un chiste.
—Maldito, no te atrevas... Te mataré —gruñó, forzando el amarre en sus extremidades—. Solo espera...
—Puedes intentarlo, pero si lo haces nadie te va a liberar —contestó acercándose a Atsushi—. Ya sabes, después de lo que le hiciste a Choromatsu-sama, él va a diseccionar tu cuerpo mientras observas, te hará ver cómo arranca de tu cuerpo cada capa de piel, cada uña, cada órgano. Te hará sufrir y rogar que te maten.
Atsushi sintió un escalofrío recorrer su espalda, sonaba tan descabellado, pero ahora sabía que él no era un hombre normal.
—¿Q... Qué? No. No... Yo... Liberame ¡Liberame! —gritó y comenzó a temblar, moviendo desesperadamente sus manos.
—Te puedo ofrecer un trato, una tarea simple a cambio de tu libertad —ofreció tomando su cabellera y apretando con fuerza para levantar su mirada.
—¿Qué es? —susurró aguantado un gemido de dolor.
—Mata un hombre por mi; no quiero testigos, no quiero evidencia —explicó levantando dos dedos—, y quiero que tiren el cuerpo en un lugar público. Si no cumples esas tres condiciones, volveré a poner tu trasero aquí mismo y no haré nada que impida que Choromatsu-sama disfrute su venganza. ¿De acuerdo?
Atsushi asintió ligeramente, entonces el hombre lo soltó y dejó que su cabeza rebotará con el frío concreto, luego palmeo su mejilla con fuerza rió con malicia.
—Bien, tenemos un trato —dijo caminando a la puerta—. Te dejaré salir antes de que él llegue, así que se bueno y obediente mientras aún estás aquí.
Atsushi tragó en seco antes de poder hablar de nuevo.
—¿A quién... A quién quieres que mate? —preguntó sin levantar su cabeza.
—Oh, no te preocupes, no es nadie peligroso —respondió restándole importancia—. Su nombre es Ishikawa Junichi, te daré dos días para completar la tarea. Me iré ahora, así que guarda silencio ¿Si? No queremos invitados inesperados.
Y cerró la puerta luego de salir. Atsushi se congeló en su lugar, pensando en las maneras en las que asesinaría a aquel que lo puso en ese oscuro lugar mientras reía por lo bajo.
Continuará...
Feliz día de las madres. 🥳♥️
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Hitsuyō - Osomatsu-san
FanfictionLa noche en la que todo comenzó había luna llena, estaba brillante en el cielo, imponiendo su grandeza. La noche del nacimiento de los sextillizos, y el último día en el que todos estuvieron reunidos siendo seres puros. Sus caminos se separaron por...