Capítulo 18. Reminiscencias de lo imborrable

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Hawks

Ese tipo era indescifrable. No creo que me haya creído del todo, pero pareció convencerlo lo suficiente como para pensar que esa imitación de un cuerpo humano era, en efecto, uno.

Pero eso solo era la punta del iceberg. Sabía que me estaban espiando, pues accedí a que mi traje tuviera un dispositivo de rastreo y escucha, después de todo, "era uno de ellos".

Como mucho, solo podía mezclarme con la LOV, y hacer lo mejor posible para que Endeavor interpretara mis señales, pero al mismo tiempo quería mantenerlo al margen; no quería que se viera involucrado de lleno en esta misión de espía ni mucho menos, que su nombre estuviera involucrado con el de los villanos. Siempre y cuando él fuera un símbolo de justicia y orden, estaría bien con ensuciarme las manos.

Esa mañana era mi día libre y, por ese día, quería intentar relajarme, pero me sentía en una jaula; vigilado por todas partes.

La Comisión de Seguridad dijo que confiarían en mi criterio, por lo que no usarían dispositivos de rastreo o escucha conmigo, pero debía cumplir al pie de la letra lo que significaba actuar por mi cuenta, aunque compartir tanto tiempo con el desquiciado pirómano, complicaba en demasía mis planes.

Debía mantenerme bajo perfil y, a la vez, entorpecer sus planes sin morir en el intento.

La comisión no tenía ni la menor idea de que, por un error de cálculos, el maldito villano me tenía en la palma de su mano, o al menos eso creía. Si bien tenía un plan de contingencia en caso de que las cosas no salieran cómo lo había planeado, era una molestia constante. Estaba en un estado de cautela permanente.

Aunque, para este momento, debería estar acostumbrado a lidiar con el caos.

– ¡Lárgate de aquí! – Desde el delgado muro que separaba el estrecho cubículo dónde vivíamos mi madre y yo, la escuché gritar, alterada.
– Por lo que veo, te has divertido mientras no estaba. – una voz masculina muy distinta de las que había escuchado antes, resonó a mitad de la noche.

Lo más cercano a lo que podría llamar hogar, era un espacio reducido que apenas tenía divisiones. Desprendía un fuerte olor a alcohol, cigarrillos y, miseria. Con mugre acumulada en cada lugar visible, las cucarachas y otra amplia variedad de alimañas, eran mi compañía, pues, cuando mi mamá no estaba en con algún amigo, rara vez se percataba de mi presencia. Y, quizás, era mejor así, yo no debía ser más que un estorbo.

Cuando si quiera intentaba acercarme a ella, su mirada desprendía lo que después comprendí que era miedo, vergüenza; aberración.

No quería que sufriera por mí.

Por eso, cuando la sobriedad abandonaba su cuerpo, no me molestaba en detenerla o quejarme cuando me castigaba por pedirle algo de comer o interrumpirla estando en compañía de sus amigos. Lo merecía, yo no debía ser más que un estorbo para ella.

Cada vez que sentía que alguno de los dos estaba allí, procuraba encogerme lo más que podía, sintiendo cómo la ligera capa de músculos y huesos, se comprimía dolorosamente, cobijada baja una escasa capa de escasas plumas, para mitigar cualquier minúsculo ruido que pudiera hacer.

Pero, ese día, fue diferente. Apoyándome de los muros del pasillo con dirección a la entrada, la plática, pronto se convirtió en una discusión.

– Para ser honesta, ya te hacía muerto. – su voz se escuchaba quebradiza
– Cómo si necesitaras mi entierro para tu libertinaje. – su voz era burlona y tosca.
– Cualquier infeliz es mucho mejor, que un asesino. – y dicho esto, una ráfaga de aire que levantó polvo y la basura lo suficientemente ligera como para esparcirse, casi me hace caer de bruces.

Solo Si Es Contigo (2da parte) BakTd/TdBkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora