Capítulo 44. Tiene que ver con él

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Todoroki

Estábamos acurrucados. No había nada comparable a sentir su aroma embriagarme al despertar.

Me incliné sobre él para apreciar sus delicadas pestañas rubias moverse levemente mientras respiraba, y juraría que podría haberme quedado así, contemplándolo sin cansancio, indefinidamente. El tan solo poder apreciarlo a mi lado, ya era confirmación suficiente de que, por increíble que me pareciera, en verdad era la persona más afortunada del mundo por estar con él.

– Deja de espiarme. – Se quejó, con voz ronca, mientras me aprisionó contra él. Quizás lo había despertado cuando comencé a mover los mechones que estaban sobre su rostro.

– Es inevitable. – Acercándome a él como pude para depositar un beso en su mejilla, que lo hizo volver a gruñir.

En serio, daría mi vida por despertar así todos los días.

Permanecimos unos cuantos minutos más acurrucados, antes de levantarnos renuentemente de la cama. Era como si quisiéramos preservar por aún más tiempo lo que compartirnos, pero no era necesario, mientras estuviéramos juntos, cualquier momento ya era inolvidable.

Nos tomamos todo el tiempo del mundo para alistarnos, total, el resultado a nuestro regreso sería el mismo, y una o dos horas más no harían gran diferencia.

– Deja de mirarme para que pueda comer en paz. – mordisqueando otra rebanada de pan con mermelada sobre ésta.

– No puedo evitarlo. – Dando un sorbo al vaso de leche de fresa, viendo sus mejillas rosadas mientras él evitaba el contacto visual. – Estoy muy enamorado de ti, Katsuki. – pronuncié, y él comenzó a toser, a punto de soltar el vaso de jugo de naranja que tomaba. – ¡¿Katsuki?! – no pensé que le causaría tanta impresión, después de todo, creí que, a este punto, se lo había dejado bastante claro.

– ¡Eres un idiota! – Se quejó, arrebatándome la servilleta. – No necesito que me lo recuerdes, eso lo sé. – Sin hacer aún contacto visual. – Como si yo necesitara recordarte que siento lo mismo por ti. – increíblemente rojo, quizás porque casi se ahogaba.

– Lo sé. – Volviendo a mi asiento, no sin antes besar su mejilla.

Realmente amaba sus cambios bruscos de humor; su simulada antipatía; sus gruñidos cuando estaba avergonzado; su supuesto desinterés; su preocupación, atenta y paciente; sus cuidados y atenciones, ariscas y gentiles a la vez; amaba todo de él, y el poder aceptarlo, era una dicha en sí misma.

Terminamos de desayunar con destino a la estación de tren.

Sin embargo, al salir, no había ni rastro de la tormenta que nos impidió regresar a la academia la noche anterior. Qué extraño.

El camino de regreso fue trivial, pero el ir tomados de la mano ya lo hacía memorable. Sentir su calidez era todo lo que necesitaba para estar en paz, y viniendo de alguien tan explosivo como él, era mucho.

Permanecimos de pie mirando la infraestructura de la academia antes de avanzar, supongo que para mentalizarnos con la reprimenda de nuestro representante de clase.

– Quiero enterrarme. – Anunció, apretando mi mano. Estaba muy irritado.

– Es la primera vez que sucede, es muy probable que sea indulgente.

– Estás dándole demasiado crédito a alguien que organiza los utensilios de cocina alfabéticamente. – Resopló, antes de dar el primer paso.

– No es tan malo cuando te acostumbras. – avanzando con él y, lejos de sentirme tenso, estaba muy a gusto.

– Te es muy fácil decirlo, con la frecuencia con la que cocinas... – Incluso un castigo a su lado, sería agradable.

Solo Si Es Contigo (2da parte) BakTd/TdBkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora