Capítulo 33. Sentimientos a flor de piel

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Yaoyorozu

– Ese traje te queda precioso, Yaomomo – comentó Ochaco, mientras Tohru le daba los toques finales.

Era un disfraz con cierta similitud a mi traje de heroína, salvo que aparentaba una especie de armadura hecha de aluminio que me permitiría tener mayor movilidad. Se supone que era una especie de princesa guerrera.

– ¿No lo crees, Jiro? – La pregunta tomó desprevenida a la pelimorada.
– S–sí. Le queda hermoso. – Algo titubeante, percatándome de que estaba ligeramente rosada. – Iré a b–buscar unos botones para mi traje. – Dijo, poco antes de salir del cuarto de vestuario.

Pareció estar un poco nerviosa y, no era para menos, la obra sería en la próxima semana, y eso me ponía los nervios de punta.

Con tanto tiempo a nuestra disposición, producto de la suspensión de nuestras prácticas con los héroes profesionales, me había sumergido de lleno en hacer que la obra fuera excepcional.

– Yaomomo, ¿estás lista? – Era Sato, desde afuera.

¡Casi lo había olvidado!

Debía reunirme con Sato y Kendo para darle los toques finales a una estructura de madera que nos serviría de balcón.

– ¡Salgo en un momento! – mientras me apuraba en cambiar mi disfraz por mi uniforme.

– ¡Nos vemos luego, chicas! – apurándome a la salida. Debido a que sería pesado moverlo, le pedí a Sato que hiciera gala de su don.

Una vez hecho eso, luego ensayaría un poco más mis líneas y practicaría mis maniobras con la espada.

Pensar en eso, hizo que viniera a mí la imagen de Tsunomoto, el kohai del curso de héroes A1, que fue mi espectador encubierto mientras practicaba. Era un chico algo torpe, pero amigable. Me transmitía cierta ternura que me instaba a querer ayudarlo.

– ¿Yaomomo?
– ¿Sí? – estábamos a pocos metros de llegar al taller donde estaba Kendo
– Te estaba preguntando cómo vas con tus ensayos, pero parece que algo más te tenía ocupada o, mejor dicho, feliz. Digo, no dejabas de sonreír. – ¿Estaba sonriendo?
– N–no es nada. Supongo que... estoy ansiosa por la obra. – Y, era cierto, aunque no en ese momento.
– Descuida, todo saldrá bien. – Me aseguró sonriente, mostrándome sus pulgares antes de entrar al taller.

– ¡Hola chicos! – Mis ojos no podían creer lo que veían – Y, ¿qué tal? – señalando orgullosa la estructura detrás de ella. Era mucho mejor de lo que esperaba, con detalles delicadamente pulidos. Toda una obra de arte.
– ¡Kendo, e–es–!
– ¡Increíble! – completó Sato, igual de sorprendido que yo
– ¿No fue mucho trabajo? – Acercándome para detallarlo más detenidamente – Espero que no te haya tomado mucho tiempo. – Sato seguía maravillado viendo la estructura.
– Descuida, Yaomomo. – Recostándose de su creación. – Mi padre es carpintero y esto fue pan comido. Además, tenía tiempo de sobra. Después de todo, un desfile de modas en menos complicado de lo que crees. – Esa era la actividad que tenía planeada su clase para el festival cultural.
– No sé cómo agradecerte.
– Con que me apoyes en el desfile, es más que suficiente. – Tomando mis manos entre las suyas. Desde que tomamos nuestras prácticas para nuestras licencias provisionales juntas, nos habíamos vuelto muy unidas.
– ¡Sí! Por supuesto. – Sonriéndole.

Esa tarde, luego de llevar con Sero y Sato la estructura al salón de actos donde haríamos la presentación, me dispuse a continuar con mis ensayos.

Me inspiré en historias como las del Rey Arturo y Juana de Arco para tener idea de cómo debía ser el carácter de mi personaje, procurando dar estocadas con rapidez y elegancia, como mi papel lo exigía, disponiendo de toda la libertad que el patio de la academia me ofrecía.

Solo Si Es Contigo (2da parte) BakTd/TdBkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora