Capítulo 35. Valdrá la pena

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Kirishima

Desde que lo ayudé ese día a cortar la fibra de vidrio, el rostro angelical de Mamura no dejaba de deambular en mi mente de tiempo en tiempo, colándose en los momentos menos esperados, con sus multicolores ojos y su cabello rizado que caía sobre sus hombros delicadamente... ¡¿Qué es lo que me sucede?!

Desde que me confesó sus sentimientos, no sé cómo actuar cuando estoy con él y tampoco sé cómo sentirme al respecto.

Él continuaba actuando tan despreocupadamente como siempre cuando habíamos llegado a coincidir. Era bastante estoico, pero con un carácter fuerte cuando su disgusto afloraba, lo que contrastaba demasiado con el resto de su semblante, mostrando un aparente desinterés en general cuando me encontraba con los ojos clavados en él.

No fue hasta que lo ayudé en el taller a cortar las piezas blanquecinas según sus indicaciones, que pude notar todas estas características. La sutileza con la que se desplazaba, su aura tranquila y relajada que me hacía sentir en aguas termales, y lo delicadas que se veían sus facciones detrás de los mechones de su cabello, junto con lo indefenso que me sentí cuando no pude disimular que tenía más tiempo del que debería, observándolo.

– Muchas gracias, Kirishima–sempai. – Me decía, mientras cerraba el taller. – Fuiste de mucha ayuda.
– No fue nada, me gusta ayudar cuando tengo la oportunidad. – Me sentía irremediablemente ansioso a su lado.
– Vayamos por algo de comer, yo invito. – Y, sin esperar mi respuesta, me tomó de la mano, llevándome a las afueras de la academia.

– Qué agradable está el clima. – Comentó como si nada, viendo cómo los tonos cálidos acentuaban aún más sus rizos que parecían resplandecer como una cascada de oro bajo la puesta del sol.

Caminamos colina abajo, hacia un modesto puesto donde vendían yakisoba y otros platillos, sin que por un momento soltara mi mano, como quien sostiene a un niño para que no se pierda o huyera, con el ocaso como testigo.

La sensación del contacto de nuestra piel en absoluto me desagradaba, pero no estaba aún seguro de poder corresponderle.

Mis sentimientos aún no encontraban su curso y, pese a que estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para que Bakubro volviera con Todoroki, aún tenía sentimientos por él, y lo último que quería era darle esperanzas a Mamura, no porque pensara que tenía oportunidad con mi amigo, sino porque no quería lastimarlo.

Solo cuando llegamos al puesto, liberó mi mano, y la ausencia de su calidez me hizo sentir despojado de algo importante.

– Elige lo que quieras. – Con una amigable sonrisa – Y, por favor, no seas recatado.

Entre el menú, destacaban sabores picantes y especiados.

Incluso ahora, no dejaba de relacionar todo con él. ¿Por qué me era tan difícil dejar de pensar en Bakugou?

– ¿Kirishima–sempai?
– ¿Ah? Lo siento. Quiero un plato de Tonkatsu.
– Yo quiero pasta Tarako. – Dijo, mientras nos sentamos en uno de los muros que servían de asiento. – Supuse que escogerías algo con carne. Es tu comida favorita, ¿verdad?
– S–sí. – ¿por qué estaba tan distraído?
– ¿Ocurre algo?
– Supongo que me siento ansioso por la obra. – En menos de una semana, nos presentaríamos frente a toda la academia.
– Te he visto practicar. Serás un excelente dragón. – Mostrándome una sonrisa, ignorando el hecho de que me sentía expuesto.
– ¿Cómo–?
–¿"Lo sé"? Te he visto practicar en el patio de los dormitorios. – Comentó casual, apoyando su cabeza en sus manos. – Te viste muy tierno haciendo tus poses. – El calor que ascendió hasta mis mejillas debió igualarlas con color de mi cabello.
– ¡¿Desde cuándo me has estado–?!
– ¿"Espiando"?
– Bueno, iba a decir "observando" – pero quizás esa fuese la palabra más indicada
– Desde que descubrí que me gustas, poco después de tus cuidados en la enfermería. – Comentó como si nada.

Solo Si Es Contigo (2da parte) BakTd/TdBkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora