Capítulo 19. Entre las sombras

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Kaminari

Ya estaba más que acostumbrado a cuidar de Eri junto a Hitoshi. La niña, además de ser increíblemente tierna, era muy tranquila. Decir que causaba algún problema, por más mínimo que fuera, sería una exageración, a diferencia de nosotros.

Por fin ya se había acabado nuestro castigo, que consistió en quitar los escombros de las prácticas de los nuevos. Cada tarde durante una semana, deseaba caminar sobre clavos ardientes antes de tener que volver a recoger escombros. Al menos estaba con mi novio, aunque fuera por él que estuviéramos haciéndolo esto en primer lugar.

– Toshi, tengo hambre – anuncié, mientras Eri seguía concentrada coloreando algo. Últimamente le gustaba usar témperas.
– ¿Pika, Pika?
– ¡Toshi! – a veces le gustaba molestarme imitando la onomatopeya de esa especie de rata eléctrica, famosa por aparecer en un programa infantil. Al menos hacía reír a la pequeña.
– Prepararé algo para comer – depositando un beso en mi mejilla, para después de unos breves segundos mirándonos, se dirigiera a la cocina.

La pequeña estaba muy entretenida dibujando figuras amorfas que me recordaban al Prof. Aizawa y al Prof. Yamada.

En ese momento entonces, recordé que había algunas manzanas en el refrigerador.

–Vuelvo en un momento, Eri – Acariciando su cabeza. – Te traeré algo que te gustará – la niña asintió sonriente, percatándome fugazmente del cuerno en su frente.

– ¿No crees que creció un poco? Su – hablando en voz baja, mientras señalaba el área dónde podría estar su cuernito. Estaba cortando trozos de manzana para ella.
– Sí, yo también lo he notado. – Suspiró. – Papá dijo que no había inconvenientes, pero que debíamos estar al pendiente de algún cambio.
– De acuerdo. – Percatándome de que se veía distraído.

~*~

Hacía unas semanas, el Prof. Aizawa lo había llamado para una misión especial, de la cual había regresado con la mirada algo sombría, o más de lo usual, por lo que decidí no interrogarlo inmediatamente, pero, su estado no cambió con el pasar de los días.

Tenía que animarlo de alguna forma, por lo que me propuse a enseñarle el fascinante mundo de Mondstadt.

– ¿Por qué no me extraña que tu favorito sea Razor? – estábamos entrenando para enfrentar al temible Stormterror. El personaje es increíble pese a ser de categoría 4 estrellas.
– ¡Es fascinante! Ya quisiera tener el espíritu de un lobo con el poder del trueno a mi disposición. – Comenté, mientras esquivaba las flechas de los molestos hilichurls. Los muy... infelices nunca fallaban un tiro. ¡Nunca!
– ¿En serio? Kaeya me parece mucho mejor. ¿Y qué decir de Diluc? Es... considerablemente poderoso y, muy atractivo. – Comentó burlón, volviendo su voz más gutural.

Desde el primer día, con una promoción especial, consiguió al susodicho personaje, ¡en el primer combo de deseos! Desde entonces, me lo restregaba en la cara. Yo, en cambio, solo conseguí subir de nivel a Amber.

– ¿Sabes qué? ¡Suficiente juego por hoy! – apagando la consola. Su risa no se hizo esperar, y yo me di por satisfecho, había conseguido animarlo un poco.

Me estuvo abrazando por detrás mientras se reía, o más bien, se burlaba de mí. Me acomodé en el hueco de su regazo, al pie de su cama, colocando su cabeza en mi hombro. Permanecimos en silencio por unos momentos.

Nunca pensé que podrá llegar a sentirme tan a gusto en completo silencio. Siempre había sido muy ruidoso y enérgico, pero con Hitoshi disfrutaba demasiado de estos instantes de tranquilidad.

Pero no pasó mucho tiempo, antes de que quitara el cabello de mi nuca y comenzara a depositar besos en esa área. A veces el sutil toque me generaba escalofríos que se traducían en pequeñas descargas involuntarias de energía que, lejos de desmotivarlo, lo incentivaban a seguir.

Solo Si Es Contigo (2da parte) BakTd/TdBkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora