Capítulo 41. ...Si te gusta como quema"

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Dabi

Y pensar que, pese a mi desventaja, incluso el clima actuaría a mi favor.

Desde el acuerdo al que me vi forzado acceder, en el que Hawks prácticamente me dejaba hacer lo que quisiera con él y su orgullo, las lluvias se habían convertido en algo cada vez más frecuente en cuestión de apenas unos días, en los que por las noches ponía en tela de juicio el decoro del héroe número dos.

En ocasiones, me parecía absurdo concebir que él sería el que me permitiría tener completa libertad con él. Y, si bien mi instinto me insistía en que no podía bajar la guardia, mi sentido común saltaba por la ventana en cuanto estábamos en su habitación, siendo reemplazado por la efervescente adrenalina que se apoderaba de mí cada vez que lo poseía.

Se supone que debía vigilarlo, cuidar sus pasos a la par de sus intenciones, y no dejaba de verme envuelto una y otra vez por el cuerpo del héroe, que me atrapaba inclementemente y que, a juzgar por los gemidos que patéticamente intentaba ocultar, me era difícil pensar que era yo quien estaba en peligro.

Escucharlo disimular sus gemidos era de mis mejores pasatiempos. Como si su cara no hiciera un excelente trabajo en evidenciarlo.

Me encantaba desafiar sus límites hasta ver cuánto podía aguantar antes de ceder.

A ese punto, ya sabía cuáles eran sus puntos débiles y qué hacer para que conspiraran en su contra. Me encantaba clavar mis dientes en su epidermis y luego deleitarme con la vista de su figura expuesta, respirando con dificultad, mientras veía mi obra de arte multitonado cubrir toda la extensión de su piel como un estampado y recordatorio de quien lo había plasmado sobre él. Me fascinaba pensar que, cada vez que las veía, revivía cómo habían sido creadas; que era yo el de su autoría.

Ni en mis pensamientos más insólitos, tener tanta autonomía con él, estaba remotamente cerca de esto, y vaya que lo estaba disfrutando.

Con desenfreno, salvaje y despiadado, tomaba sus labios con lentitud tortuosa sosteniéndolos hasta que sus gemidos me suplicaran continuar, y claro que quería extender su martirio. Lo tomaba lentamente sin darle oportunidad de que hiciera nada más que rendirse y dejarse llevar.

Aunque nunca lo admitiera, sabía que le encantaba cuando llevaba sus manos por encima de su cabeza, y permitía que me presionara sobre él, dificultándole respirar, mientras me hacía paso en su boca, hasta que se quedaba sin fuerzas, y luego entonces, yo seguía estimulándolo, explorando con mis manos cuanta piel le estuviera visible, no sin antes impedir que pensara en nada ni en nadie más que en mí cuando mordía su manzana de Adán.

El sonido que emitían sus labios, vibraba en todo su tórax y era una de las tantas sensaciones más placenteras con las que me divertía perjudicialmente... para su suerte.

De saber que esta sería mi recompensa, habría investigado sobre su padre mucho antes.

Tenerlo bajo mi control, hacía que perdiera el poco que me restaba. Me sentía hambriento cada vez que mis labios entraban en contacto con su piel y, sin ninguna restricción, no sabía cuál de los dos estaba en riesgo, bueno, al menos hasta que su desesperación me arrastraba a sofocar mis jadeos con los suyos, cuando aprisionaba mi lengua en su boca, afianzando sus manos en mi cuello, sin propósitos de apartarme de él.

¡Maldición!

Era en momentos como estos en los que cualquier raciocinio me dejaba a merced de mis deseos, que no conocían clemencia o límites.

Estar dentro de él era extracorpóreo, y lejos de pensar que todo esto era producto del morbo por las diferencias tan tajantes que nos contraponían, tener tanta soltura sin quejas, me volvía incontrolable. No podía hacer más que satisfacer mi necesidad de placer que, a juzgar por sus expresiones y gemidos, era mutua.

Solo Si Es Contigo (2da parte) BakTd/TdBkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora