Capítulo 23. Punto de Inflexión

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Dabi

La noche estaba predestinada para el caos. Nuestro reseco favorito tendría una reunión con uno de los distribuidores de una sustancia que instigaba particularmente su atención. Según sus palabras, tenía un "gran poder de convencimiento" y pues prácticamente me pidió escoltarlo, como si alguien que puede convertir en cenizas a cualquiera con un toque necesitase de defensa, pero, no iba a desaprovechar la oportunidad de sacarle algún beneficio a esta dichosa reunión.

A su vez, se llevaría a cabo una "emboscada" que se supone debería habernos tomado por sorpresa, sin embargo, gracias a mi fuente favorita de información, estábamos más que preparados.

Por tal motivo, el circo estaba más que listo para dar un espectáculo digno de su calibre al momento en que Mr. Compress, Shigaraki y yo nos adentramos en una enramada de pasillos que no tendrían nada que envidiarle a una alcantarilla, y que desprendía un olor a destilería. Estaba apenas iluminado; era húmedo y estrecho, con pasadizos que no tenían aparente fin.

La sangrienta, la lagartija y el bipolar se encargaron de merodear el lugar, en parte, para sorprender con una de nuestras puestas en escena a nuestro público predilecto, los héroes, y en parte, porque el fetichista de manos no confiaba del todo en el sitio de reunión y, no era para menos; estábamos tantos metros bajo tierra que, si alguien moría aquí abajo, no habría necesidad de enterrarlo.

Siendo guiados por uno de los que allí cohabitaban, de camino a uno de los tantos cubículos al final de un pasillo, era posible escuchar y, por ende, presumir qué tipo de actividades se estaban haciendo en los que no estaban disponibles.

– Este lugar es mucho más interesante de lo que pensé. – Evidentemente entretenido de haber decodificado una voz femenina en pleno apogeo.
– No te distraigas. – espetó el agrietado, por encima de la sinfonía de sonidos a nuestro avance. Si tan solo no fuera por el meloso ruido de fondo, que pretendía ser música, el lugar no sería tan repulsivo. Aunque, ahora que lo pienso, la canción que inundaba el lugar era melancólica, tal vez demasiado.
– Quizás si dispusieras de tu estrés de vez en cuando, como los que sonorizan el ambiente, estarías de mejor humor. – Podía sentir la mirada del enmascarado en mi nuca. – Solo basta mirarme para saber por qué siempre estoy resplandeciente. – Siendo un gemido de fondo lo que enfatizó mi comentario.

La mueca de desagrado que me mostró el peliblanco no tenía precio.

Incluso escuché gruñir al mastodonte que nos invitó a pasar.

– ¡Bienvenidos! – el tipo tenía un traje rojo con rayas verdes, bastante llamativo, que sobresalía por encima del resto, cuya vestimenta era oscura. – Es un placer tenerlos aquí – pronunció, mientras hacía un ademán, dejando caer algunas cenizas del tabaco que llevaba en su mano.
– Por la índole de nuestra reunión, pensé que sería más... privado. – Acató Mr. Compress, mirando minuciosamente el lugar mientras yo calculaba la extensión de mis llamas, digo, en caso de que este encuentro se tornase un poco apretado.
– Quiero asegurarme de que mis invitados estarán en las mejores manos. – Acomodándose en el sillón bermellón ubicado al fondo. – Pero que descortés soy, ¡Estaño! – chasqueando los dedos, haciendo que uno de los que estaban a su izquierda creara tres asientos más. – acomódense, por favor. – Tanta cordialidad viniendo de un tipo que fácilmente podría pasar por vendedor de billeteras me comenzaba a enfermar.

Nos acomodamos en los asientos fríos, rígidos y de muy mal gusto, cuya calidad combinaba perfectamente con el lugar.

– ¿Desean algo de tomar? – Si lo que sirven aquí, se ve como lo que llevaba puesto, no me sorprendería que causara indigestión, considerando además que la droga por la que estamos aquí, es usada para inhibir la voluntad.

Solo Si Es Contigo (2da parte) BakTd/TdBkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora