Capítulo 30. Todo está bajo control

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Dabi

– ¿Quién... sigue? – Desafiante, a punto de desfallecer, tras haber eliminado al menos la mitad de los infelices que allí estaban.

Días después de lo ocurrido, me dediqué a recopilar información por parte de los "elementos" que habían conseguido huir, mientras hacía mis otras funciones.

– ¡Bastar–! – esfumándose, sin más con un chasquido.

Este tipo de cosas me hacía sentir que ayudaba a "sanear" la sociedad y, aunque mis intenciones no eran ni de lejos ayudar a los dichosos héroes, debía hacer que valiera la pena, o al menos que fuera entretenido, por eso los dejaba a medio morir, para deleitarme con sus gritos agónicos.

¡Música para mis oídos!

Estoy seguro que estaría orgulloso de ver la destreza de tu retoño, pero ya lo presenciaría él mismo en carne viva, a su debido momento.

Si bien se veían atemorizados, en su arrogancia, o más bien, estupidez, se lanzaron como las larvas sin cerebro hacia mí para terminar rostizados. Realmente patéticos.

Uno por uno los quejidos se iban mitigando mientras me cercioraba de que, en los restantes, alguno quisiera negociar su supervivencia, al tiempo en que sentía mi piel enfriarse para la siguiente ronda.

Aunque, debo admitir que quizás subestimé la cantidad de elementos de la tabla periódica.

Pese a esto, y a el picor y dolor extremo que estaba experimentando mi piel, no hacía más que recordarme por qué lo hacía en primer lugar.

– ¡T–te diré t–todo lo qu–que quieras, pero, por favor, n-no me mates! – tratando desesperadamente de zafarse de mi agarre
– Shh... – Levantándolo del cuello, mientras los otros a mis pies agonizaban. – Solo quiero que me respondas unas cuantas preguntas. – Analizando la composición de su cuerpo, pues... Digamos que Oxígeno y el grupo de los gases fueron un tanto complicados de evaporar, no quería más sorpresas. – Así que Fósforo, que nombre tan peculiar... ¿Qué es exactamente lo que dices saber acerca de Tantalio? – La escoria era un manojo de nervios y sudor, pero se veía dispuesto a vender al mismísimo demonio con tal de seguir con vida.
– ¡Takami, d–digo Tantalio, era un sicario destacable! U–uno de los mejores y más pro–prometedores, hasta que se involucró con u–una ra–ramera que le parió un engendro. – Temblaba como si estuviera bajo cero, pero no se detuvo. – Nunca pensamos que ese tipo se ablandaría por algo así, pero eso fue lo que lo llevó a la ruina. – Ahora, más entendible. – Pero, tentó a su suerte de más.
– ¡Deja los rodeos! – elevando levemente la temperatura de mis manos, esparciendo el terror en su rostro.
– ¡S–se dice que la Comisión de Seguridad Pública l–lo buscaba porque t–tenía información importante! – Eso era absurdo, aunque sería irónico que tanto hijo como padre trabajaran para tal organización.
– Como si me fuera a creer eso – provocando una luminiscencia turquesa que casi lo hace desmayarse, hasta que dijo algo de mi interés.
– ¡E–esa es la r–razón por lo que le dieron prioridad a su c–captura! ¡Incluso nos ofrecieron in–inmunidad si dábamos con su pa–paradero! – Y un vago recuerdo vino a mi mente.

Cuando comencé a manifestar las primeras limitaciones de mi don sobre mi cuerpo, el infeliz que me entrenaba al extremo se desquitaba conmigo pues, constantemente estaba molesto por hacerlo rastrear a un delincuente cuya importancia lo obligaba a dejar de lado todos los demás casos que lo hicieran destacar más que el afamado Símbolo de la Paz, dejándole solo las "sobras".

Era como si fuera un sabueso que investigaba sin pistas, pues cada vez que pensaban que lo iban a capturar, el villano se le escapaba cual agua entre las manos.

Solo Si Es Contigo (2da parte) BakTd/TdBkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora