LA VELADA

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Capítulo 5

 Estuve tan llena de trabajo que no había sentido el pasar de las tres semanas siguientes. No fue hasta el día de ayer que me percaté que hoy era mi descanso. 

Me había mandado un par de cartas más tonteando con Aaron, pero ahora que estaba a dos días de nuestro encuentro estaba realmente emocionada y nerviosa.

Pasé mi primer día de descanso ayudando a papá a pintar los cuadros, a él le gustaba mucho como me quedaban los detalles florales en relieve que colocaba en las esquinas y a mí me gustaba aprovechar el tiempo que pudiera junto a papá.

 Por la tarde ayudé a mamá con la cena y luego me quedé con ambos leyendo en la terraza. Mamá leía en voz alta la novela mientras papá y yo la escuchábamos recostados el uno contra el otro. Habíamos desarrollado el hábito de escuchar leer a mamá antes de retirarnos a dormir, Leo solía quedarse dormido primero. 

El recuerdo me hizo sonreir.

Mamá se retiró temprano, así que solo éramos papá y yo.

—Extraño a Leo — miré sorprendida a papá. 

Si bien era un hombre que no le molestaba demostrar el amor a su familia, muy pocas veces lo exteriorizaba de esa forma.

—Yo también — apoyé — todas las noches me pregunto si está bien, cómo está viviendo, si tiene pareja o alguna de esas chorradas — papá río — sé que está bien, mi instinto de melliza me lo dice.

—Recuerdo todo lo que tuvimos que hacer para ocultar que eran mellizos.

Cierto. El recuerdo me produjo un escalofrío desagradable.

 Cleiwood era extremadamente supersticioso. Los gemelos eran mal augurio, peor aún los mellizos con seos contrarios y en el cual uno de ellos tenía colores de ojos distintos y cabello de color extraño. Creo que esa es la principal razón por la cual papá odiaba vivir aquí, no lo dejaron disfrutar a sus anchas de sus hijos por completo, siempre había algo que esconder u ocultar con tal de protegernos. Él odiaba realmente tener que haberme hecho poner lentillas con tal de ocultar mi anomalía en los ojos.

—Siempre evades el tema cuando pregunto la razón por la que pareces tan infeliz aquí — comenté ganándome que me diera su mirada fría.

—Esto que voy a contarte es algo que solo Michaela y tu hermano saben, no puede salir de nosotros.

—Intentaré no sentirme herida por el hecho de que mi hermano lo sabe y yo no — él sonrió ante mi broma.

—Tu apellido real no es Holder — lo miré sin comprender — ese es el apellido de tu madre que yo adopté cuando me casé con ella.

—¿Por qué? Se supone que ella adopta el tuyo no al revés.

La confusión en mi tono fue evidente.

—Mi apellido real es Demetri — parpadeé sin entenderlo del todo — tu abuela es sobrina del difunto rey Morgan el cual fue el padre del del difunto rey Roger del reino de Laiwold, abuelo del  rey Deveraux y tu abuelo era el duque de la casa Demetri de Laiwold.

—¿Deveraux? ¿Estamos jodidamente emparentados con ese enfermo? ¿Eres de la realeza? — solté las  preguntas una tras otra y jadeé

—En teoría, mis padres eran los terceros en la línea de sucesión al trono de Lailwold en caso de que el rey no dejara herederos, técnicamente somos algo así como familia en tercer o cuarto grado. 

—¿Cómo conociste entonces a mamá? ¿Por qué terminaste aquí?

—Me enamoré de Michaela en una visita diplomática cuando tenía  diecinueve años y ella diecisiete. Tu madre era hija de una de las doncellas del palacio, así que eventualmente mis padres no estuvieron muy contentos.

Ríndete a Él (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora