VERGUENZA

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Capítulo 14

Una semana caótica. 

Nuevos ataques en la frontera se desataron. El reino de Walfield aún no enviaba sus tropas y nosotros cada vez nos veíamos más debilitados. Habían enviado un arma de largo alcance encontrada en el campo y algunas balas, todo era muy diferente a lo que usábamos nosotros y estábamos en desventaja precisamente porque sus armas eran mucho más efectivas y novedosas, nuestro fuerte era el cuerpo a cuerpo el de ellos la larga distancia.

Estábamos jodidos.

Si queríamos vencer debíamos infiltrarnos rápido en el palacio y ganar terreno.

—Adelante —bramé cuando la puerta de la oficina fue tocada.

—Capitán — la sorpresa se abrió paso con fuerza.

—¿Mamá?

—La misma — ella avanzó sonriendo mientras las puertas se cerraban tras de ella.

—¿Qué haces aquí? — me levanté de prisa y la abracé.

—El príncipe ha estado visitándonos últimamente o bueno a mí — la miré confundida.

—¿Desde cuándo?

—Hace cuatro días fue a la casa, nos anunció que había un baile el día de hoy y quería que te confeccionara un vestido para la ocasión.

—¿Bailes? ¿Hoy? — odiaba que me ocultara este tipo de cosas.

—Sí, no me ha dicho la razón, pero sí me llevó a comprar telas para hacerte un vestido digno — suspiré.

—Tengo muchos vestidos que aún no uso, mamá.

—Lo sé, pero tu novio quiso hacerte un detalle, no puedes despreciarlo.

—Bien — comenté distraída — cómo está papá.

—Bien, algo gruñón, pero todo está bien no le des mucha vuelta ya se dará cuenta de lo testarudo que está siendo — no, no se le pasaría pronto.

—Vale, dale un beso cuando llegues a casa.

—Lo haré.

—¿Cómo entraste?

—El príncipe fue a buscarme, así que vamos a que te midas todo.

—Mamá, estoy trabajando

—El príncipe me dio órdenes precisas de llevarte a una de las habitaciones de invitados para probarte todo antes de esta noche.

Debía ser una broma. El reino se estaba yendo a pique y él estaba pensando en una maldita fiesta.

—Espérame aquí unos minutos, voy a buscar algo y ya regreso — me levanté sin esperar a que mi madre respondiera.

Estamos ante un ataque inminente y Aaron hacía un maldito baile sin ponerme al tanto de la lista de invitados que entrarían y saldrían del palacio. No era una maldita broma, la seguridad de él y de todos los demás estaba en riesgo.

Crucé el ala este y pasé los largos pasillos hasta entrar al que albergaba la oficina de Aaron, estaba tan furiosa que no me detuve a tocar la puerta. Abrí las enormes puertas de roble y entré.

—Alteza, no p... — me paré en seco.

El rostro duro e impasible de Alec Deveraux se posó en mí.

—Veo, Thorner que no has enseñado a tus subordinados lo que es el respeto básico al dirigirse a las dependencias de la realeza — palidecí de golpe.

Ríndete a Él (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora