EL JARDIN

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Capítulo 26

Regresar a la cocina fue lo que necesitaba para serenarme luego de mi encuentro inusual con el rey.

Me concentré en ayudar a las chicas que quedaban en la cocina mientras las demás organizaban el salón del baile con el resto del personal. El almuerzo había sido preparado meticulosamente, cualquiera pensaría que al ser el reino enemigo intentarían dar sobras o lo peor que encontraran, pero no, el rey dio órdenes específicas de que se preparara un almuerzo digno de reyes, no con esas palabras, pero parafraseando fue eso.

Alec era muy meticuloso con la imagen que daba de su reino, que los demás pensaran lo que quisieran lo tenía sin cuidado, pero aún así les demostraba y restregaba en la cara que dijeran lo que dijeran él era el mejor.

Aaron estaría aquí, y la sensación de incomodidad que tenía no era solo por no tener información, porque sabía que Aaron pediría los avances que había hecho con la recolección, mi incomodidad iba más allá, mucho más allá. No quería ver su asquerosa cara, no quería tener que servirle como una sumisa doncella cuando lo que quería hacer era abrirle el pecho en canal y sacar la porquería de corazón que tenía.

—Leia, Ana está en el salón donde se llevará a cabo el baile y no se donde dejó las cosas que le pedí por la mañana, ¿puedes decirle que venga?

—Claro.

Nhora estaba coordinando todo. Yo me había puesto al frente de la comida y cocinaba con ayuda de las chicas, salir del calor sofocante de la cocina iba a ayudarme a despejar aún más. Luego de mi conversación por la mañana con el rey había quedado algo desubicada, y la carga de pensar en que le diría a Aaron a alguno de sus perros cuando pidiera información me tenía aún más confinada en mi cabeza.

Avancé hasta cruzar el ala oeste y giré al pasillo que faltaba para llegar al salón.

—No podemos confiarnos de ellos — escuché una fuerte voz salir de una de las puertas — esos perros siempre hacen lo mismo, piden la paz y nos atacan por la espalda.

—Eso lo tenemos claro, pero no podemos hacer nada más que prepararnos, ninguno en esta sala confía en esos cerdos, el rey menos que nadie — estaban hablando de los acuerdos — pero hacerles ver que estamos dispuestos puede parar la masacre, eso no quiere decir que bajaremos la guardia.

—Jared tiene razón — una tercera voz — estamos preparados con armas que ellos ni en sueños podrán tener, tenemos la ventaja en eso, lo que si no estoy dispuesto es a seguir permitiendo que sigan masacrando a los pueblos fronterizos. Nosotros no nos metemos con sus civiles, pero a ellos no les tiembla la mano para masacrar a los nuestros.

—La orden fue clara — la voz de Alec irrumpió — si vuelve a haber un ataque dirigido a alguno de nuestros civiles no voy a tener compasión — su voz sonó fría y despiadada — el próximo contraataque los va a desestabilizar, y no irá dirigió sólo a sus soldados. La tregua para sus civiles acabará si osan traicionarnos.

—Las armas son increíbles, aún necesitamos práctica, pero los hombres se están acostumbrando a ellas.

—Estaremos listos para defendernos.

—Bien, pueden retirarse. 

Ante la orden salí disparada por el pasillo.

Logré escabullirme sin que nadie me viera y avancé lo que me faltaba hasta el salón con aquella información en mi cabeza.

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—Leia, a todos les encantó el almuerzo, sobre todo los postres — sonreí en respuesta — el rey quiere presentarte ante sus invitados — palidecí.

Ríndete a Él (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora