HISTORIA

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Capítulo 25

Dos semanas. 

Exactamente dos semanas en las que esperaba recolectar información y no había obtenido nada. El problema es que estaba tan cómoda aquí que no se me había pasado por la cabeza comenzar a buscar información que pudiera filtrar a mi reino. Casi estaba esperando en medio de mi paranoia que alguien de Cleiwood viniera a pedirme cuentas, pero hasta ahora no había rastro de ninguno de ellos.

Mi día a día se resumía en levantarme al amanecer y vivir casi que recluida en la cocina con el resto del personal. Y no, no era algo malo, de hecho casi que disfrutaba el hablar con tantas chicas de mi edad, todo lo que aprendía a hacer y el ambiente tan relajado y amenos con el que se trabajaba aquí me envolvía de tal forma casi olvidaba que mi propósito aquí era ayudar a hacer daño a estas personas que me estaban tendiendo la mano.

Me había metido tanto en la rutina que observé algunos puntos que se podían mejorar, así que  que la primera semana me atreví a sugerir un par de cosas a Nhora y a Ana que eran las cabezas del persona y  creamos un plan estructural de cómo repartir las funciones de cada miembro, a demás se creo una lista de menú semanal que nos permitía llevar un orden en los alimentos y opciones para variar. Nhora había estado desacuerdo en que yo me encargaba generalmente de los postres del rey, al parecer el mismo le había dicho algo referente a eso, así que ahora era yo quien me encargaba personalmente de aquello. 

Había comenzado a descubrir los gustos del monarca. Prefería lo dulce a lo salado, comía lo necesario durante el desayuno, almuerzo y cena, pero el resto del día podía picar cuando menos lo esperaba un pedazo de torta o algo dulce. De lo salado le gustaba mucho el cerdo y el filete de res, odiaba el cordero y la zanahoria, su fruta favorita era la cereza y las fresa razón por la cual me había llevado la victoria al combinar ambas frutas en el postre. 

Así, en esos momentos donde mandaba a buscar un pedazo de postre o degustaba la comida con tanto interés parecía una persona normal que disfrutaba de los pequeños placeres que otorgaba la vida, pero la realidad era otra. Él no era una persona normal, estaba lejos de eso. Solamente lo había visto unas cuatro veces a lo largo de estas dos semanas, pero en su rostro siempre estaba la misma linea recta en su boca, los ojos fríos y calculadores, ese gesto impasible que parecía estar congelado en su rostro. 

Él entrenaba junto a sus hombres y también lo hacía solo. No sé por qué me sorprendí tanto cuando lo supe, era obvio que ese cuerpo macizo no era solo por bendición de los dioses, no necesitaba verlo desnudo para saber que el fornido cuerpo que se apreciaba con su ropa era aún mejor cuando estaba sin ella y eso no era de la nada, entrenaba duro, a la par de sus soldados.

 Aprendí también que él mismo impartía justicia, pero que se esforzaba por escuchar las razones de los que esperaban ser juzgados y tenía en cuenta la opinión de su consejo en general. Emitían distintos castigos y dependiendo de la falta no todos terminaban en cárcel.

Seguía teniendo mi propio dormitorio, las chicas nuevas que contrataron estaban en uno a un par de puertas de la mía, sabía que Nhora había tenido que ver con eso y se lo agradecía, la intimidad que tenía me permitía llorar a gusto cuando recordaba mi situación. 

Nhora se había encargado junto a Ana de hacerme sentir cómoda, ambas se esforzaban por involucrarme en las conversaciones, iban mostrándome el palacio de apoco y aún no habíamos alcanzado  recorrerlo todo. Era enorme,  me faltaba mucho por recorrer y conocer aunque las zonas más importantes ya me eran familiares. 

—No sé cómo no se nos había ocurrido hacer algo así — sonreí orgullosa ante la cara de satisfacción de Nhora.

—Bueno es normal creo, no es una estrategia muy usada en las cocinas — y era cierto.

Ríndete a Él (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora